LA LANZA Y LOS CLAVOS DE NUESTRO SEÑOR (Jn 19,34)
CON CRISTO HE SIDO CRUCIFICADO. Y YA NO VIVO YO, SINO QUE EN MÍ VIVE CRISTO (Gal 2, 19-20)
QUE NUNCA ME GLORÍE SINO EN LA CRUZ DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, POR QUIEN EL MUNDO ESTÁ CRUCIFICADO PARA MÍ, Y YO PARA EL MUNDO (Gal 6, 14-15)
LA LANZA Y LOS CLAVOS DE NUESTRO SEÑOR
Uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y salió luego sangre y agua (Jn 19,34).
I. La Escritura dice de un modo expresivo abrió, y no hirió, porque por este costado se nos abre la puerta de la vida eterna: Después de esto miré; y vi una puerta abierta (Apoc 4, 1). Ésta es la puerta en el costado del arca, por la cual entran los animales que no han de perecer en el diluvio.
II. Esta puerta es causa de salvación. Por lo cual salió luego sangre y agua. Es muy maravilloso que del cuerpo de un muerto, en el cual está cuajada la sangre, salga ésta. Esto ocurrió para mostrar que por la Pasión de Cristo alcanzamos plena ablución de nuestros pecados y de nuestras manchas.
De nuestros pecados por la sangre, que es el precio de nuestro rescate, como dice la Escritura: Habéis sido rescatados de vuestra vana conversación, que recibisteis de vuestros padres, no por oro ni por plata, que son cosas perecederas; sino por la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero inmaculado, y sin mancilla (1Pe 1,18).
De las manchas por el agua, que es baño de nuestra regeneración: Y derramaré sobre vosotros agua pura, y os purificaréis de todas vuestras inmundicias (Ez 36,25); En aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los moradores de Jerusalén para lavar los pecados y la inmundicias (Zac 13,1).
CON CRISTO HE SIDO CRUCIFICADO. Y YA NO VIVO YO, SINO QUE EN MÍ VIVE CRISTO (Lección 6)
Porque yo, por la Ley, morí a la Ley a fin de vivir para Dios: con Cristo he sido crucificado. Y ya no vivo yo, sino que en mí vive Cristo (Gal 2, 19-20).
En seguida, cuando dice: con Cristo he sido crucificado, etc., explica lo que dijera. Porque dijo que murió a la Ley y que vive para Dios. Y estas dos cosas las explica.
Primero que murió a la Ley, por lo cual dice: con Cristo he sido crucificado; segundo, que vive para Dios, diciendo: Y ya no vivo yo, sino que en mí vive Cristo.
Lo primero se puede explicar de dos maneras.
La primera, como en la Glosa, así: Conforme al origen carnal cada hombre nace hijo de ira: Eramos por naturaleza hijos de ira (Ef 2,3). Y nace también en la vetustez del pecado: Envejeciste en país extranjero (Bar 3,2). La cual vetustez del pecado se quita por la cruz de Cristo, y se confiere la novedad de la vida espiritual. Así es que dice el Apóstol: con Cristo he sido crucificado, esto es, la concupiscencia o fomes del pecado, y todo lo semejante, murió en mí por la cruz de Cristo: Nuestro hombre viejo fue crucificado júntamente con El, etc. (Rm 6,6).
Además, por haber sido crucificado con Cristo, no sólo morí al pecado, sino que también resucité con Cristo resucitado: El cual fue entregado por nuestros pecados…(Rm 4,25). Así es que de esta manera renueva en nosotros la nueva vida, destruida la vetustez del pecado.
Y por eso dice: Y ya no vivo yo, etc., esto es, por haber sido crucificado con Cristo, tengo fuerzas para obrar bien, ya no yo según la carne, porque ya no tengo la vetustez que primero tenía, sino que en mí vive Cristo, esto es, la novedad, que se nos ha dado por Cristo.
O de otra manera: Se dice que el hombre vive para aquello en lo que principalmente finca su afecto y en lo que más se deleita. De aquí que los hombres que se deleitan al máximo o en el estudio o en la caza, se dice que eso es su vida. Ahora bien, cada hombre tiene algún particular afecto por el que busca lo que le es provechoso; así es que mientras alguien vive buscando solo lo que le es provechoso, vive solo para sí mismo; pero cuando busca el bien de los demás, se dice que también para ellos vive. Así es que como el Apóstol renunciara a su propio querer por la cruz de Cristo, se decía muerto a su propio deseo, diciendo: con Cristo he sido crucificado, esto es, por la cruz de Cristo hice a un lado mi propio o privado querer. Por lo cual decía: Líbreme Dios de gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo (Gal 6,14); Si uno murió por todos, luego consiguientemente todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos (2Co 5,14-15). Y ya no vivo yo, como si quisiera mi propio bien; sino que en mí vive Cristo, esto es, tanto amo a Cristo, que el mismo Cristo es mi vida. Mi vivir es Cristo, y el morir es mi ganancia (Flp 1,21).
QUE NUNCA ME GLORÍE SINO EN LA CRUZ DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, POR QUIEN EL MUNDO ESTÁ CRUCIFICADO PARA MÍ, Y YO PARA EL MUNDO (Lección 4)
En cuanto a mí, que nunca me gloríe sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien él mundo está crucificado para mí, y yo lo estoy para el mundo (Gal 6,14-15).
Habiendo expuesto el Apóstol la perversa intención de los seductores, aquí da a conocer su deseo.
I. Primero lo enuncia;
II. luego, indica la señal de él: por quien el mundo está crucificado, etc.
I. Así es que dice: Se ve la intención de los seductores en que se glorían en la carne, pero yo busco otra gloria, a saber, la de la cruz. Y esto lo dice así: En cuanto a mí, que nunca me gloríe, etc. Veamos que donde el filósofo del mundo se avergüenza, allí mismo descubre el Apóstol su tesoro. Lo que al primero le parece necedad, para el Apóstol es sabiduría y gloria, como dice Agustín.
Porque cada quien se gloría en aquello por lo que considera ser grande.
Y así, quien se considera grande por las riquezas, en ellas se gloría, y por el estilo en lo demás.
Y así era el Apóstol. Por lo cual decía: Y yo vivo, o más bien, no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí (Gal 2,20). Y por esto no se gloría sino en Cristo, y principalmente en la cruz de Cristo, y esto porque en ella hallamos todas las cosas de las que suelen gloriarse los hombres.
Porque algunos se glorían de la amistad de los grandes -de los Reyes o de los príncipes-: y esto lo halla el Apóstol sobre todo en la cruz de Cristo, porque en ella se muestra el signo evidente de la amistad divina. Lo que hace brillar más la caridad de Dios para con nosotros (Rm 5,8). Porque nada nos manifiesta tanto su caridad para con nosotros como la muerte de Cristo. Con razón dice Gregorio: “¡Oh inestimable dilección de la caridad!, que para redimir al siervo has entregado al Hijo”.
También se glorían algunos de la ciencia. Pero de manera excelente la halla el Apóstol en la cruz. Puesto que no me he preciado de saber otra cosa entre vosotros sino a Jesucristo (1Co 2,2). Porque en la cruz está la perfección de toda la Ley, y el arte entero de bien vivir.
Gloríanse también algunos en el poder; y tal gloria la tuvo el Apóstol al máximo por la cruz: La predicación de la cruz parece una necedad a los ojos de los que se pierden; mas para los que se salvan, esto es, para nosotros, es el poder de Dios (1Co 1,18).
Gloríanse otros por la libertad alcanzada; y ésta la consigue el Apóstol por la cruz: Nuestro hombre viejo fue crucificado juntamente con El, para que sea destruido el cuerpo del pecado, y ya no sirvamos más al pecado (Rm 6,6).
También hay quienes se glorían por su aceptación en alguna renombrada asociación. Pero por la cruz de Cristo somos recibidos en la celestial corporación: Reconciliar por El todas las cosas consigo restableciendo la paz entre cielo y tierra (Col 1,20).
Y hay quienes se glorían en un triunfal signo de victoria. Pero la cruz es el triunfal signo de la victoria de Cristo contra los demonio: Despojando a los principados y potestades, los sacó valerosamente en público, y llevólos delante de sí, triunfando de ellos en su propia persona (Col 2,1 5); Bendito es el leño que sirve a la justicia (Sab 14,7).
II. Y agrega la señal de su intención diciendo: por quien el mundo está crucificado para mí, etc. Porque esto que dice: que nunca me gloríe sino en la cruz, etc., es una proposición restrictiva, que incluye una afirmativa y otra negativa; por lo cual da una doble señal, probando una y otra proposición. Y primero prueba ciertamente la negativa, a saber, que no se gloría sino en la cruz, diciendo: por quien el mundo está crucificado para mí, etc. Porque aquello en lo que uno se gloría no es lo que está muerto en su corazón, sino que esto es lo que más desprecia: Fui borrado de su corazón y puesto en olvido como un muerto (Ps 30,13).
Ahora bien, manifiesto es que el mundo y cuanto en el mundo hay, muertos estaban en el corazón de Pablo: Todas las cosas las miro como basura por ganar a Cristo (Flp 3,8). Así es que no se gloría en el mundo, ni en las cosas que hay en el mundo, y esto es lo que dice: En verdad en ninguna otra cosa me glorío sino en la cruz de Cristo, por quien, por Cristo crucificado, el mundo está crucificado para mí, o sea, muerto está en mi corazón, para que nada de él desee.
Y luego prueba la afirmativa, que se gloría en la cruz de Cristo, diciendo que él está crucificado para el mundo. Porque quien se gloría en algo, como cosa propia lo considera, y desea manifestarlo; pero el Apóstol nada desea tener en sí mismo ni manifestar que no pertenezca a la cruz de Cristo, por lo cual sólo en ella se gloría; y esto lo dice así: y yo lo estoy para el mundo, para el mundo estoy crucificado; como si dijera: Traigo en mí mismo las señales de la cruz, y me considero como muerto. Por lo cual, así como el mundo aborrece la cruz de Cristo, también a mí me aborrece: Muertos estáis ya, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Col 3,3).
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Comments 1
Impresionante las fotos de la Santa Faz.
Gracias por el comentario a las palabras del Apóstol San Pablo.