PRÓLOGO: Intención del autor

PRÓLOGO

Intención del autor

Tus enemigos hicieron estrépito y quienes te aborrecen alzan la cabeza; maquinaron proyectos perversos contra tu pueblo y tomaron consejo contra tus escogidos. Se dijeron: Hagámoslos desaparecer de entre la gente, para que en el futuro, nunca más se haga mención del nombre de Israel.

Dios omnipotente, amador de los hombres, quiere por amor servirse de nosotros con vistas a su bondad y a nuestra propia utilidad, como dice Agustín. A su bondad, ciertamente, para que los hombres den gloria a Dios, pues a quien invoca mi nombre lo he creado para gloria mía (Is 43,7). Pero también para utilidad nuestra o a fin de que él otorgue a los hombres la salvación, puesto que Dios quiere que todos los hombres se salven (1 Tim 2,4). Al nacer el Señor, esta concordia entre los hombres y Dios fue anunciada por el ángel con aquellas palabras gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad (Lc 2,14).

Dios, siendo omnipotente, podría procurarse por sí mismo la gloria que recibe de los hombres y otorgar a los hombres la salvación. Dispuso, sin embargo, para mantener el orden en las cosas, escoger ministros, mediante cuyo ministerio ambas cosas fuesen llevadas a cabo; y así estos ministros con razón son llamados auxiliares de Dios (1 Cor 3,9). Pero el diablo, envidioso de la gloria divina y de la salvación de los hombres, pone empeño en impedir ambas cosas. Por lo cual quienes en esto prestan servicio al diablo muestran ser enemigos de Dios cuya gloria impiden, y también de todo el género humano, pues se oponen a su salvación; pero enemigos especialmente de los ministros de Dios a quienes persiguen: A nosotros nos persiguieron, a Dios no le agradan y se oponen a todos los hombres (1 Tes 2,15). En consonancia con esto, el Salmo, mediante las palabras transcritas, cumple tres finalidades.

Primera: Muestra la enemistad que esos hombres tienen para con Dios diciendo: Tus enemigos hicieron estrépito, o sea, aquellos que primero hablaban contra ti ocultamente, ahora no tienen miedo de hablar en público. A este respecto dice la Glosa: Son palabras que se refieren a los tiempos últimos, los del anticristo, cuando lo que ahora queda retenido bajo silencio, saltará con voz libre, la cual voz por ser irracional, más bien debe ser considerada sonido que palabra. Hacen efectiva su enemistad no sólo con la voz, sino también con obras. Por eso se dice a continuación: Quienes te odian alzaron la cabeza, es decir, alzaron al Anticristo, según la Glosa, y a sus miembros, los que están bajo él como cabeza, de manera que, gobernados por una sola cabeza, persigan más eficazmente a los santos de Dios.

Segunda: Muestra cómo se oponen a todo el género humano, cuando añade: Maquinaron perversamente contra tu pueblo —o de acuerdo con otra explicación, hicieron planes con astucia— para engañarlos, según la Glosa. Respecto de Is (3,12): Pueblo mío, los que te proclaman dichoso te engañan, la Glosa aclara que esto lo hacen con palabras cariñosas.

Tercera: Muestra que persiguen a los ministros de Dios, cuando añade: Tomaron consejo contra tus escogidos. La Glosa comenta: Hacen esto no sólo contra gente de condición media, sino también contra varones celestiales. Por lo cual Gregorio, exponiendo lo que dice Job (16,11) abrieron su boca en acusaciones contra mí, dice: En la Iglesia los perversos persiguen principalmente a aquellos que dan muestras de que aprovecharán a muchos y añade poco después los perversos piensan haber hecho cosa importante, cuando matan la vida de los predicadores.

Dos cosas planean contra los santos. Primera, aniquilarlos por completo. Se lee en Ester (13,12): Nuestros enemigos quieren eliminarnos y hacer desaparecer tu heredad. Segunda: Si no consiguen lo anterior, buscan quitarles la fama ante los hombres, para que no puedan dar fruto entre ellos. Se lee en Sant 2,6-7: ¿No son los ricos quienes con su poder os oprimen? ¿No son ellos quienes blasfeman ese buen nombre que ha sido invocado sobre vosotros? En cuanto a la primera de estas dos cosas, el Salmo añade: Dijeron: Venid —hablando así, según la Glosa, para dar a entender que buscan socios— y hagámoslos desparecer de entre la gente, —o de entre las gentes—, como se dice también en la Glosa: Que no se cuenten entre la gente, es decir, hagamos que desparezcan del mundo. Y ésta es, según la Glosa, la persecución del Anticristo. En cuanto a lo segundo, añade: En el futuro nunca más se haga mención del nombre de Israel, para que el nombre de ellos no tenga quien lo recuerde, es decir, según la Glosa, el nombre de aquellos que se dicen ser el verdadero Israel.

La primera de estas dos cosas, o sea, eliminar de este mundo a los santos, antiguamente los tiranos intentaron realizarla usando la violencia. Por lo cual el Apóstol en Rom 8,36, dice que en su tiempo se cumplieron las palabras del Sal 43,22: Por causa de ti nos dan muerte cada día, somos contados como ovejas de matanza. Pero ahora, hombres perversos tratan de hacer esto mismo en relación con los religiosos, especialmente contra aquellos que, profesando perfección, pueden, con la palabra y el ejemplo, producir mayor fruto. Para lograr lo que pretenden, centran el interés en asentar tales cosas capaces de hacer que su estado desaparezca por completo o resulte del todo insoportable. Buscan, en efecto, privarlos de los consuelos del espíritu y al mismo tiempo les imponen cargas de orden corporal.

En primer lugar, hacen todo lo posible por quitarles el estudio y la enseñanza, para que así ni puedan resistir a los adversarios, ni encontrar en las Escrituras el consuelo del espíritu. Ésta es la astucia de los Filisteos, de quienes se dice en 1 Re [1 Sam] 13,19: Los Filisteos habían tomado medidas para que los Hebreos no pudieran fabricar ni espadas ni lanzas. La Glosa expone estas palabras aplicándolas al estudio de las letras. Juliano el Apóstata lo había iniciado ya, como consta por el testimonio de la historia de la Iglesia.

En segundo lugar, hacen todo lo posible para apartarlos del «gremio» de los estudiantes, para que de este modo el camino de la santidad se haga despreciable. A este respecto, se acomoda lo de Ap 13,17: De modo que nadie pueda ni comprar ni vender, sino el que lleva la marca o el nombre de la bestia: lo cual consiste en dar crédito a su maldad.

En tercer lugar, se esfuerzan por impedir su predicación y su ministerio de oír confesiones, con que cultivan fructuosamente la vida del pueblo. Es semejante lo que se lee en 1 Tes 2,16: Nos impiden hablar a la gente para que se salven.

Lo cuarto es que los someten al trabajo manual, para que, bajo esta carga, sientan tedio de su propio estado y así queden sin ánimo para sus trabajos. Con esto guarda semejanza el plan del Faraón cuando, según Éx 1,9-10, decía: He aquí que el pueblo de Israel se hace más numeroso y fuerte que nosotros. Así, pues, seamos astutos en oprimirlo. Y un poco más adelante añade: Puso [el faraón] sobre ellos jefes de obras. La Glosa lo explica diciendo: Faraón significa diablo el cual impone el pesadísimo yugo del barro y los ladrillos, esto es, la esclavitud del obrar terreno, al nivel del barro.

En quinto lugar, censuran y ultrajan su perfección, a saber, la pobreza mendicante. A este respecto, se lee en 2 Pe 2,2: Muchos seguirán las liviandades de aquellos a causa de los cuales es blasfemado el camino de la verdad, que, como dice la Glosa, son las buenas obras.

Lo sexto es que, en cuanto pueden, les quitan limosnas. Viene a cumplirse lo que se dice en 3 Jn [v.10]: No recibe a los hermanos y a quienes los acogen, se lo prohíbe. La Glosa lo explica así: Disuade la hospitalidad para con los hermanos pobres y a quienes están dispuestos a acogerlos les impide tener este gesto de consideración.

Los susodichos ministros del diablo ponen empeño en difamar a los santos. Quieren difamar a los santos no sólo de palabra ante los presentes, sino también, con sus escritos, ante el mundo entero. Es algo parecido a lo que se lee en Jer 23,15: De los profetas de Jerusalén salió la contaminación sobre toda la tierra. A propósito de lo cual, dice la glosa de Jerónimo: Alegamos este testimonio contra aquellos que difunden por el mundo cartas llenas de mentira, de engaño y de perjurio, con lo cual contaminan los oídos de quienes escuchan. No les basta ser víctimas de la propia perversidad y herir a los demás; su proyecto los lleva a difamar en el mundo entero a aquellos contra quienes una vez dieron entrada al odio; y por todas partes siembran ultrajes contra ellos.

Con la intención de aplastar la perversidad de hombres malintencionados, seguiremos este orden:

Primero, mostraremos qué cosa sea la religión y en qué consista la perfección de la vida religiosa, porque todo su intento se dirige contra los religiosos;

Segundo, mostraremos que todo aquello con que pretenden oprimir a los religiosos es pura frivolidad sin base;

Tercero, mostraremos que en todo cuanto propalan para difamar a los religiosos, rebosan perversidad.

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