“La luz de la contemplación guiando al teólogo tras las huellas de Santo Tomás de Aquino” – P. Lic. Paulo Colombiano

El P. Paulo Colombiano obtuvo la Licenciatura en Teología Espiritual el día 16 de junio en la “Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino” (Angelicum). La mesa examinadora estuvo compuesta por el vice-decano de la Universidad, el P. Cassian Derbes, O.P. y por el P. Marcelo Solórzano, O.P., además de la presencia de la directora de su tesina, la Hna. Marie des Agnes Cayeux, O.P.
 
Su tema de investigación fue: “La luce della contemplazione guidando il teologo sulle orme di San Tommaso D’Aquino” (La luz de la contemplación guiando al teólogo tras las huellas de Santo Tomás de Aquino). Les ofrecemos a continuación el texto de la tesina en italiano y la traducción de la introducción:


DESCARGAR LA TESINA (ITALIANO):
“La luce della contemplazione guidando il teologo
sulle orme di San Tommaso D’Aquino”
P. Lic. Paulo Colombiano

INTRODUCCIÓN
LA LUZ QUE GUÍA AL TEÓLOGO

“Que brille la luz de tu rostro sobre nosotros, Señor” (Sl 4). En este estudio queremos iluminar el camino del teólogo que busca su fin sobrenatural a través de la luz de la contemplación, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino. Hoy, en un mundo cada vez más perdido en las tinieblas y movido por el impulso de los sentidos externos y de las pasiones desordenadas, hablar de contemplación parece un tema totalmente fuera de lugar. La disposición del hombre al silencio y a la oración es cada vez más difícil de satisfacer en el ritmo de vida cada vez más frenético hacia el que camina la humanidad. La secularización promovida incluso dentro de las comunidades cristianas -cuando se percibe una orientación cada vez más superficial y confusa de la fe- nubla la visión del hombre en la búsqueda objetiva de la meta sobrenatural. El propio estudio de la teología parece perderse entre las reflexiones inmanentistas y el ateísmo moderno. Sin embargo, “Dios dijo: ¡Hágase la luz! Y fue la luz” (Gn 1,3), y para nuestro consuelo y salvación, el profeta Isaías anuncia que “el mundo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que habitaban en tierra de tinieblas resplandeció una luz” (Is 9,1). Y como irradiación de la gloria del Padre e impronta de su sustancia, Jesucristo dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 1,5). La misma luz que ahuyentó las tinieblas, tanto en la creación del mundo como en la encarnación del Verbo, es la luz que ilumina los pasos del teólogo en su oficio en los tiempos presentes. Con esta luz, el teólogo es capaz no sólo de contemplar la Verdad divina, sino también de conducir a otros hacia ella.

Es bien sabido que la luz natural de la razón, innata en el hombre, le hace conocer ciertos principios universales, pero como el hombre está destinado a la felicidad sobrenatural, es necesario que alcance verdades más elevadas, y para ello se requiere una luz superior. Para ayudar al teólogo a caminar en esta luz, la estructura de esta obra será la siguiente. En el primer capítulo expondremos la naturaleza de la contemplación según Santo Tomás, para conocer el fin al que debemos llegar. Y como el fin es primero en la intención, pero último en la aplicación, en el segundo capítulo presentaremos un modelo que el teólogo puede seguir hacia ese fin. Y en el tercer capítulo los medios concretos que el teólogo puede aplicar en su búsqueda. Veremos que la argumentación del Doctor Angélico, a primera vista, parece no enseñar la contemplación, pero, de hecho, revela cómo su carácter contemplativo se extiende por todas sus obras. Expondremos también la necesidad de enseñar a contemplar para preparar al hombre al término bienaventurado de su vida. Además, identificaremos al Espíritu Santo como el gran maestro de la contemplación y cómo actúa en el hombre a través de sus dones. En el segundo capítulo, brillará como el sol el ilustre ejemplo de Santo Tomás como maestro y guía en la contemplación. De acuerdo con las enseñanzas de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia, expondremos la excelencia de su doctrina y el testimonio de sus virtudes que ayudan al teólogo a alcanzar su fin. Por último, cerramos este estudio analizando el camino concreto del teólogo que desea alcanzar esa luz, a saber, el conocimiento de las verdades divinas en la contemplación. Destacamos la sublimidad del oficio del teólogo, las virtudes que debe alcanzar y la forma de afrontar los obstáculos.

El reflejo de esta búsqueda y el conocimiento alcanzado es la disposición misma del teólogo para enseñar a los hombres lo que ha visto y conocido. En este singular oficio, el teólogo está llamado a contemplar con una triple disposición, arrodillado en oración como un poeta, sentado en su estudio como un metafísico, y de pie como un guerrero dispuesto a predicar y enseñar. Ambas disposiciones y características brillan en la vida de Santo Tomás de Aquino que, como nuestro maestro y modelo de acción y contemplación, hace brillar su luz ante los hombres, para que viendo sus obras den gloria al Padre celestial por toda la eternidad.

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“La luce della contemplazione guidando il teologo
sulle orme di San Tommaso D’Aquino”
P. Lic. Paulo Colombiano

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