[Publicamos la primera traducción al español en la web de amplios fragmentos de este discurso de Juan Pablo II a los dominicos del Angelicum, en donde recuerda el carisma de la evangelización de la cultura de la orden, y la tarea especial de mantener viva y actual la heredad de Santo Tomás de Aquino para nuestro tiempo]
Queridos Religiosos, Profesores y alumnos del Angelicum:
1. Estoy contento de encontrarme por segunda vez en medio de vosotros, en esta Universidad que también yo de joven he frecuentado. […]
En los umbrales del tercer milenio, mirando a la gloriosa tradición de santidad y de cultura de los Frailes Predicadores… quisiera recorrer con vosotros las etapas de la gran contribución a la evangelización, dada por los hijos de Santo Domingo, para detenerme sobre lo que hoy están llamados a ofrecer a la Iglesia y al mundo en el empeño de la nueva evangelización.
2. La floreciente vitalidad de la Orden se ha expresado mayormente, a través de la historia, cuando ha compartido más intensamente la pertenencia a la Iglesia y la participación en su misión. Santo Domingo, vir qui vivit in medio Ecclesiae, ha puesto en el centro de vuestra Regla el carisma de la evangelización, el oficio del Verbo, como dirá Santa Catalina de Siena, eligiendo para sus hermanos la vida de los Apóstoles: Nos oportet orationi et ministerio verbi intentos esse (Hech 6,4), en plena y constante obediencia a los sucesores de Pedro.
Me gusta evocar en particular tres frases salientes, en las cuales el carisma de la evangelización ha sido vivido por vuestra Orden con particular empeño: el ardor misionero de los inicios hacia los pueblos de Europa, de África y de Asia; el anuncio evangélico en las tierras del nuevo Continente durante el siglo dieciséis; y el arrojo apostólico de la Orden en Francia después de la revolución, por obra especialmente del P. Lacordaire y, después, del P. Cormier. […]
3. Sobre tal sendero se coloca vuestro empeño actual en la nueva evangelización. Se trata de alimentar la llama del anuncio cristiano en el contexto de una oportuna inculturación de la fe. Los apóstoles de nuestra época tienen delante un escenario bien diverso de aquellos del pasado, y disponen de inéditos y mucho más idóneos recursos culturales y científicos. Pero en el momento del paso del segundo al tercer milenio es fuerte la conciencia de la crisis de la cultura moderna, como también la conciencia de la responsabilidad de los cristianos en el contexto actual. […]
4. Una lectura cristiana de la situación cultural presente no puede no percibir en ella la crisis profunda, que es sobre todo crisis de la razón. Muchos hoy son llevados a reconocer solamente el rol instrumental de la razón en orden a la comprensión científica de la realidad y a la aplicación tecnológica de sus resultados, excluyendo de su competencia la dimensión moral y la trascendente. En tal modo, el hombre corre el riesgo de renunciar siempre más al cometido de la razón en cuanto inteligencia, privándose de las posibilidades de llegar a la trascendencia, y de proponer verdades absolutas, fines, valores y normas de carácter incondicionado, postulados de la ley moral natural, como he subrayado en la encíclica Veritatis splendor. Frente a esta pérdida del rol de la inteligencia, el carisma dominico debe rencontrar su vocación a la profundización de la verdad, del Absoluto, de las razones mismas de la vida. […]
Estáis llamados a poner al servicio de nuestro tiempo vuestra preciosa heredad carismática. En particular, Tomás de Aquino, quien bien puede ser llamado Doctor humanitatis por su dedicación apasionada a la verdad y por el valor de su antropología y de su metafísica, debe llegar a ser para vosotros modelo de diálogo con la cultura de nuestro tiempo. Atento a la verdad y al amor por el hombre, él recuerda a la cultura teológica de nuestro tiempo la vigilancia en relación a las desviaciones de la cultura moderna. Su confianza en el poder de la verdad alienta a asumir la doble tarea de búsqueda de la verdad y denuncia de los errores.
5. […] Llamados a vivir las dos facetas de la contemplación y de la comunicación de las verdades contempladas, contemplare et contemplata aliis tradere, (cf. S. Th., II-II, q. 188, a. 6), es vuestra tarea hacer de la formación de los futuros evangelizadores uno de los objetivos primarios de vuestro deber en el mundo de hoy. Con el auxilio de la sólida doctrina de Santo Tomás, el proceso de la formación debe seguir las inclinaciones al bien de la naturaleza, para llegar a la disponibilidad a la gracia del Espíritu Santo. […] La formación del hombre, en efecto, consiste en el desarrollo de las capacidades propias, en la formación de la propia libertad mediante la cual dispone de sí mismo (cf. Q. D. De magistro, 11). […] Esto implica ante todo, como recuerda Santo Tomás, que la formación ética tiene el primado en la formación integral de la persona.
6. […] Queridos hermanos, ésta es vuestra gran misión, la formación inicial y permanente, bajo el influjo de la gracia de Dios y mediante la luce y la fuerza del Espíritu…
A María, Reina de los Apóstoles, confío vuestras fatigas, para que sea Ella la que camine a vuestro lado, de modo que sepáis llevar con alegría y fuerza al hombre de hoy el anuncio vivificante del Evangelio.
Con tales auspicios, imparto a todos la bendición apostólica.
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