Discurso a los centros católicos de enseñanza italianos, 28 de enero de 1984

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II CON MOTIVO DEL JUBILEO
DE LOS CENTROS CATÓLICOS DE ENSEÑANZA DE ITALIA 

Sábado 28 de enero de 1984

4. Amados hermanos y hermanas: Hoy es la fiesta de Santo Tomás de Aquino, Patrono de la Escuela Católica.

Este gran doctor cuyas enseñanzas han alabado y recomendado muchas veces mis predecesores, también hoy intercede por la escuela católica y es ejemplo para todos sus miembros.

En la vida y doctrina de Tomás, encontraréis muchas pautas para hacer realidad la doble dimensión de que he hablado: servicio al hombre y a la sociedad y, también, promoción de la fe y del Reino de Dios. Encontraréis el modelo de discípulo y de profesor católico: un cristiano que hace del cumplimiento concienzudo, de los deberes de su estado un “camino” de la Iglesia, es decir, un camino de la misericordia divina hacia el mundo. Siempre acertó Tomás a hacer de la escuela un medio del encuentro de Cristo con el hombre que busca la verdad y la salvación. Con San Agustín pensaba Santo Tomás que la mayor obra de misericordia consiste en guiar al hermano desde las tinieblas de la ignorancia a la luz de la verdad en la que reside el fundamento de la dignidad y libertad del hombre.

5. Pero, ¿dónde encontraba Santo Tomás la fuente de esta síntesis entre fe y cultura, entre tarea eclesial y servicio a la sociedad? La encontraba en la profunda unidad que supo crear en su espíritu entre la actividad del estudio y la búsqueda de la santidad. Si es verdad que la vida del hombre se revela en su actitud al aproximarse la muerte, entonces debemos decir que toda el alma y la elevada enseñanza de Tomás se concentran en las palabras sencillas y fervorosas que dijo en tal circunstancia cuando le llevaron el viático: “Te recibo, precio de la redención de mi alma, te recibo, viático de mi peregrinación, por tu amor he estudiado, velado y trabajado. Te he predicado y enseñado; nunca he dicho nada contra ti. Y si por casualidad lo hubiera dicho, lo hice con buena intención, no estoy apegado a mi juicio. Si acaso he dicho algo menos recto sobre éste y los otros sacramentos, me someto completamente a la corrección de la Santa Iglesia Romana, dentro de cuya obediencia salgo ahora de esta vida”.

6. Queridos hermanos y hermanas: Deseo que también vosotros sigáis las huellas de estos ejemplos.

Vosotros, alumnos, abriéndoos a la verdad y dejándoos conducir a donde ésta os lleve: es decir, a Cristo, verdad y salvación;

vosotros, profesores laicos, dedicando vuestro afán educador a formar personas abiertas al uso de la razón y al don de la Revelación;

vosotros, profesores religiosos, haciendo que vuestra enseñanza sea sobre todo transmisión de un testimonio de unión con Cristo, reconciliación con Dios y con los hermanos, y búsqueda de la santidad;

vosotros, padres, sintiendo profundamente la belleza y responsabilidad de vuestra paternidad y maternidad respecto de vuestros hijos, y con conciencia de los derechos y deberes que ello implica dentro de la comunidad educativa.

El Espíritu Santo, que es Espíritu de verdad y sabiduría, y la Virgen Santísima, sede de la Sabiduría, sean luz y fuerza en vuestro camino al encuentro de Cristo y de los hermanos.

Con mi afectuosa y paterna bendición.

(http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1984/january/documents/hf_jp-ii_spe_19840128_giubileo-insegnanti_sp.html)

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