CAPITULO XXIV: Dios obra sabiamente

CAPITULO XXIV

Dios obra sabiamente

Con esto se deja ver también qué Dios produce sus efectos sabiamente. Pues:

La voluntad se mueve a obrar por alguna aprehensión, pues el objeto de la voluntad es el bien aprehendido. Mas Dios es un agente voluntario, según se ha probado (c. 23). Luego, como en Dios no hay más aprehensión que la intelectual, y nada entiende si no es entendiéndose a sí mismo, y entenderle a El mismo es ser sabio, resta que Dios lo hace todo sabiamente.

Todo agente produce algo semejante a él. De donde se deduce que cada agente ha de obrar en tanto que posee la semejanza de su efecto, como el fuego calienta según el calor que tiene. Pero en todo agente voluntario, en cuanto tal, se encuentra la semejanza de su efecto por la aprehensión intelectual, pues si sólo estuviese en el agente voluntario la semejanza del efecto por disposición natural, no obraría sino un efecto determinado, porque la forma natural de una cosa es una solamente. Por lo que todo agente voluntario produce su efecto en conformidad con la semejanza intelectual del mismo. Ahora bien, Dios obra por voluntad, como ya se probó. Luego produce las cosas en el ser según su sabio entender.

Según el Filósofo en el libro I de los “Metafísicos”, “ordenar es propio del sabio”; y es imposible ordenar varias cosas si no se conoce la relación y proporción de lo que se ha de ordenar entre sí y respecto a algo más alto, que es su fin, pues el orden de varias cosas entre sí mira al orden que ellas tienen al fin. Mas conocer las relaciones y proporciones de varias cosas entre sí es propio solamente de quien tiene entendimiento, y juzgar de algo por su causa altísima es propio de la sabiduría. Esto explica, pues, que todo orden sea efecto de la sabiduría de algún ser inteligente; por ello, en las artes mecánicas se llama maestros (o sabios) de Obras a quienes las ordenan. Ahora bien, las cosas producidas por Dios tienen entre sí orden no casual, puesto que se da siempre o en muchos casos. De donde se deja ver que Dios produjo las cosas en el ser ordenándolas y que produjo las cosas en el ser sabiamente.

Los actos que proceden de la voluntad, o son “acciones”, que son perfección del agente, como los actos de las virtudes; o pasan a una materia exterior, y entonces se llaman “operaciones”. Y con esto queda claro que las cosas fueron creadas por Dios como algo producido. Mas el principio de la producción es el arte, según dice el Filósofo. Luego todas las cosas creadas se comparan a Dios como las obras de arte al artista. Ahora bien, el artista produce sus obras conforme a su sabiduría y entendimiento. Por consiguiente, también Dios hizo todas las criaturas en conformidad a su entendimiento.

Esto se corrobora también con la autoridad divina, pues se dice en el Salmo: “Todo lo hiciste con sabiduría”; y en los Proverbios: “El Señor fundó la tierra con sabiduría”.

Y con esto se excluye además el error de algunos, que decían que todo depende de la voluntad divina, con exclusión de su entendimiento.

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