CAPÍTULO XLIII: En esta vida no podemos entender las substancias separadas, como afirma Averroes

CAPÍTULO XLIII

En esta vida no podemos entender las substancias separadas, como afirma Averroes

Como la dificultad mayor que hay en la opinión de Alejandro procede de que afirmó que el entendimiento posible habitual es totalmente corruptible, Averroes estimó que él había encontrado un camino más expedito para demostrar que alguna vez entendemos las substancias separadas, al afirmar que el entendimiento posible es incorruptible y está separado de nosotros en cuanto al ser, igual que el entendimiento agente.

Y declara en primer lugar que es necesario afirmar que el entendimiento agente se compara a los principios que nosotros conocemos naturalmente, como el agente al instrumento o como la forma a la materia. Porque el entendimiento habitual, con que entendemos, no sólo tiene esta acción, que es el entender, sino también esta otra, que es hacer los inteligibles en acto; cosa que experimentamos que existe en nuestro poder. Ahora bien, el hacer los inteligibles en acto más propiamente da a conocer al entendimiento habitual que al entender, pues el hacer los inteligibles en acto es anterior al entender. Y en nosotros hay ciertas cosas hechas inteligibles en acto naturalmente, y no por estudio o porque querernos, como son los primeros inteligibles. Pero el hacer estas cosas inteligibles en acto no es obra del entendimiento habitual (el cual hace inteligible en acto lo que sabemos por estudio), pues ellas son más bien el comienzo del entendimiento habitual; por eso Aristóteles llama “entendimiento”, en el VI de los “Éticos”, al hábito de tales inteligibles. Únicamente el entendimiento agente las hace inteligibles en acto; y ellas a su vez convierten en inteligibles en acto las otras cosas que sabemos por estudio.

Por lo tanto, el convertir en acto estos últimos inteligibles es una operación del entendimiento habitual en cuanto a los primeros principios y también del entendimiento agente. Pero una operación no puede pertenecer a dos si uno de ellos no es con respecto al otro lo que el agente al instrumento y lo que la forma a la materia. Es, pues, preciso que el entendimiento agente sea por comparación a los primeros principios del entendimiento habitual lo que es el agente respecto al instrumento o la forma respecto a la materia.

Cómo pueda realizarse esto lo demuestra así: Como el entendimiento Posible es, según su opinión, cierta substancia separada (cf. l. 2. c. 59), entiende al entendimiento agente y a las demás substancias separadas e incluso los primeros inteligibles especulativos. Es, pues, sujeta de ambos. Ahora bien, cuando dos cosas convienen en un sujeto, una de ellas es como la forma de la otra; por ejemplo, cuando el color y la luz están en lo diáfano como en su sujeto, es preciso que uno de ellos, a saber, la luz, sea como a forma del otro, es decir, del color. Y esto es necesario cuando están relacionados mutuamente, pero no cuando dos cosas se unen accidentalmente en un mismo sujeto; por ejemplo, la blancura y la música. Ahora bien, los inteligibles especulativos y el entendimiento agente están relacionados mutuamente, ya que los inteligibles especulativos son hechos inteligibles en acto por el entendimiento agente. Luego el entendimiento agente es respecto a ellos como la forma respecto a la materia. Según esto, es preciso que cuando los inteligibles especulativos se unen a nosotros por los fantasmas, que son cierto sujeto de los mismos, el entendimiento agente se una también a nosotros, en cuanto que es forma de los inteligibles especulativos. Así, pues, cuando los inteligibles especulativos están en nosotros sólo en potencia, el entendimiento agente está en nosotros sólo en potencia. Y cuando algunos inteligibles especulativos están en nosotros en acto y otros en potencia, se une a nosotros parte en acto y parte en potencia; y entonces se dice que somos movidos a dicha unión; porque cuantos más inteligibles en acto haya en nosotros, más perfectamente se nos unirá el entendimiento agente. Y este proceso y movimiento hacia la unión se hace mediante el estudio en las ciencias especulativas, por las cuales adquirimos los verdaderos inteligibles, y excluimos las falsas opiniones, que están al margen del orden de este movimiento, tal como los seres monstruosos están fuera del orden de la operación natural. Por eso los hombres ce ayudan mutuamente para este adelanto como se ayudan en las ciencias especulativas. Luego cuando todos los inteligibles en potencia se conviertan en nosotros en inteligibles en acto, entonces el entendimiento agente se nos unirá perfectamente como forma, y por él entenderemos perfectamente como ahora entendemos por el entendimiento habitual. Siguiéndose de aquí que, como al entendimiento agente le corresponde entender las substancias separadas, entonces entenderemos las substancias separadas, como ahora entendemos las inteligibles especulativas. Y en esto consistirá la suprema felicidad del hombre, en la cual será como “una especie de Dios”.

La refutación de esta opinión aparece suficientemente por lo que ya hemos dicho, pues parte de la suposición de muchas cosas que ya hemos reprobado.

En primer lugar, hemos demostrado anteriormente (l. 2, c. 59) que el entendimiento posible no es una substancia separada de nosotros en cuanto al ser. Por eso no será preciso que sea sujeto de las substancias separadas, máxime cuando dice Aristóteles que el entendimiento posible es “en el que todo se hace”; luego se ve que sólo es sujeto de aquellas cosas que son hechas inteligibles.

Además, también hemos demostrado ya (l. 2, c. 76) que el entendimiento agente no es una substancia sepa rada, sino que es una parte del alma a la cual atribuye Aristóteles la siguiente operación, a saber, “haces los inteligibles en acto”, que depende de nosotros. Por eso no será precise que el entender por el entendimiento agente sea para nosotros causa de que podamos entender las substancias separadas; de ser así, siempre las entenderíamos.

Si el entendimiento agente es una substancia separada, sólo se unirá a nosotros por las especies hechas inteligibles en acto, según su opinión, y tal sucedería con el entendimiento posible, a pesar de que el entendimiento posible sea con respecto a dichas especies lo que la materia es a la forma, y el entendimiento agente al revés, lo que la forma a la materia. Pero las especies hechas inteligibles en acto se unen a nosotros, según su opinión, por los fantasmas, que son con respecto al entendimiento posible como los colores a la vista, y con respecto al agente como los colores a la luz, como consta por las palabras de Aristóteles en el IV “Del alma”. Pero a la piedra, en la cual está el color, no puede atribuirse ni a acción de la vista para que vea ni la acción del sol para que ilumine. Luego, según su opinión, no se podría atribuir al hombre ni la acción del entendimiento posible para que entienda, ni la del agente para que entienda las substancias separadas o para que convierta en acto los inteligibles.

Según la citada opinión, se dice que el entendimiento agente se une a nosotros como forma sólo en cuanto que lo es de los inteligibles especulativos, de los cuales es también forma, porque la acción del entendimiento agente y de dichos inteligibles idéntica, o sea, convertir en acto las inteligibles. Luego no podrá ser forma nuestra si no se le unen en la acción los inteligibles especulativos. Pero éstos no se juntan con él en la operación que consiste en entender las substancias separadas, puesto que son especies de cosas sensibles; a no ser que volvamos a la opinión de Avempace, según el cual las esencias do las substancias separadas pueden conocerse por lo que entendemos de las cosas sensibles. En resumen, por dicho camino no podremos conocer en modo alguno las substancias separadas.

Según su misma opinión y dentro de otro orden, el entendimiento agente es hacedor respecto a los inteligibles especulativos, y sólo conocedor respecto de las substancias separadas, puesto que no las hace. Luego, si se une a nosotros en cuanto que es hacedor de los inteligibles especulativos, no es preciso que se nos una como conocedor de las substancias separadas; pero en tal proceso hay un engaño manifiesto de carácter accidental.

Además, si conocemos las substancias separadas por el entendimiento agente, tal cosa no sucede porque el entendimiento agente es forma de este o de aquel entendimiento especulativo, sino porque se convierte en forma nuestra; y así podemos entender por él. Y, según dice él, se convierte en forma nuestra por los primeros inteligibles especulativos. Luego desde el primer momento el hombre puede entender por el entendimiento agente las substancias separadas.

Pero si se dice que el entendimiento agente no se convierte perfectamente en forma nuestra por ciertos inteligibles especulativos, de modo que por él podamos entender las substancias separadas, esto obedece a que dichos inteligibles especulativos no son adecuados a la perfección del entendimiento agente para entender las substancias separadas. Pero tampoco todos los inteligibles especulativos tomados en conjunto adecuan a la perfección del entendimiento agente al entender las substancias separadas, puesto que ninguno de ellos es inteligible sino cuando es hecho; sin embargo, las substancias son inteligibles por su misma naturaleza. Luego, por que conozcamos todos los inteligibles, no será preciso que el entendimiento agente se convierta en una forma perfecta para nosotros, de modo que por él podamos entender las substancias separadas. O, si esto no es necesario, será menester decir que, entendiendo cualquier inteligible, entendemos las substancias separadas.

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