CAPÍTULO LXXXIII: Epílogo de todo lo dicho

CAPÍTULO LXXXIII

Epílogo de todo lo dicho

Acerca de la inquisición del orden que se ha de imponer a las cosas, podemos colegir de todo lo expuesto que Dios dispone todo por sí mismo (c. 77). Por esto, a propósito de las palabras de Job: “)Quién puso a otro sobre la tierra que fabricó?”, dice San Gregorio: “Porque rige al mundo por sí mismo quien por sí mismo lo creó”. Y Boecio, en la “Consolación de la Filosofía” (III, pros. 12): “Dios dispone todo por sí solo”.

Sin embargo, en cuanto a la ejecución, administra las cosas inferiores por las superiores. Las corporales, en efecto, por das espirituales. Por eso dice San Gregorio en el IV de los “Diálogos” (c. 6): “En este mundo visible, nada puede disponerse si no es por la criatura invisible”. -Y los espíritus inferiores, adminístralos por los superiores (c. 79). En conformidad con esto dice Dionisio en el IV de “Las jerarquías celestes” que “las esencias intelectuales celestes reciben primero en si mismas la iluminación divina y después hacen llegar hasta nosotros ciertos reflejos superiores a nosotros”. -Y administra los cuerpos inferiores por los superiores. Por lo cual dice Dionisio en el IV de “Los nombres divinos” que “el sol causa la generación de los cuerpos visibles, y da movimiento vital, y nutre, aumenta, perfecciona, limpia y renueva”.

Y de todo esto, en general, dice San Agustín en el III “De la Trinidad” (c. 4): “De la misma manera que los cuerpos más densos e inferiores son regidos con cierto orden por los más sutiles y potentes, así todos los cuerpos lo son por el espíritu racional de la vida; y el espíritu racional pecador, por el espíritu racional justo”.

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