CAPÍTULO LXXI: El alma humana se une inmediatamente al cuerpo

CAPÍTULO LXXI

El alma humana se une inmediatamente al cuerpo

De todo lo dicho se infiere la conclusión de que el alma se une inmediatamente al cuerpo, no siendo necesario poner entre ella y el cuerpo un medio de unión, ya sea éste los fantasmas, como dijo Averroes, o las potencias del alma, como afirmaron algunos, o el espíritu corporal, como dijeron otros.

Demostróse ya que el alma se une al cuerpo como forma. Y como la forma se une a la materia sin valerse de ningún medio, porque a la forma le conviene de por sí el ser acto de tal cuerpo, y no por virtud de otro, por esto nadie puede hacer una unidad con la materia y la forma si no es el agente, el cual reduce la potencia al acto, como lo prueba Aristóteles en el VIII de los “Metafísicos”; pues materia y forma son, respectivamente, como potencia y acto.

No obstante, hay algo que puede llamarse medio entre el alma y el cuerpo, si no en cuanto al ser, al menos en cuanto al moverse y en orden a la generación. En cuanto al moverse, porque en el movimiento con que el alma mueve al cuerpo hay cierto orden de motores y movidos. Pues el alma realiza sus operaciones mediante las potencias. Así, mediante la potencia mueve al cuerpo; mediante el espíritu, los miembros, y, por fin, mediante un órgano, a otro. En orden a la generación, las disposiciones que preparan la materia para la recepción de la forma son antecedentes a ésta, aunque en cuanto al existir la sigan. Luego también las disposiciones del cuerpo, mediante las que se hace propiamente recipiente de tal forma, pueden llamarse en este sentido medios entre el alma y el cuerpo.

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