CAPÍTULO LXVII: Solución a lo que se objetaba por parte de la fracción

CAPÍTULO LXVII

Solución a lo que se objetaba por parte de la fracción

En último término, hemos de considerar aquellas cosas que pertenecen a la quinta dificultad (cf. c. 62, 5.a dif.). Mas, por lo dicho hasta el presente, se ve que podemos poner como sujeto de la fracción las dimensiones por sí subsistentes. Y, sin embargo, al partirse estas dimensiones, no se parte la substancia del cuerpo de Cristo, porque todo el cuerpo de Cristo permanece bajo cualquier porción.

Lo cual, aunque parezca difícil, tiene, no obstante, su explicación en conformidad con lo ya dicho. Pues dijimos antes (c. 64) que el cuerpo de Cristo está en este sacramento substancialmente en virtud del sacramento, y las dimensiones del cuerpo de Cristo están allí por la natural concomitancia que tienen con la substancia; contrariamente a como está un cuerpo naturalmente en el lugar, pues el cuerpo natural está en el lugar mediante las dimensiones por las que es medido por el lugar.

Por otra parte, lo substancial y lo cuanto se relacionan de distinta manera con aquello en que están. Pues el todo cuantitativo está en algún todo de manera que no está todo en la parte, sino que la parte corresponde a la parte, como el todo al todo. Por eso, el cuerpo natural de tal modo está en todo el lugar, que no está entero en cualquier parte del lugar, sino que las partes del cuerpo se adaptan a las partes del lugar, puesto que está en el lugar mediante las dimensiones. Pero, si algo substancial está todo en algún todo, también está todo en cualquier parte de él; por ejemplo, toda la naturaleza y la especie de agua está en cualquier parte de agua, y toda el alma en cualquier parte del cuerpo.

Luego, como el cuerpo de Cristo está en el sacramento por razón de su substancia, en la que se convirtió la substancia de pan, permaneciendo sus dimensiones, así como estaba toda la especie de pan en cualquier parte de sus dimensiones, así también el cuerpo íntegro de Cristo está en cualquier parte de las mismas. Por consiguiente, aquella fracción o división no afecta al cuerpo de Cristo para estar en él como en su sujeto, sino que su sujeto son las dimensiones permanentes del pan y del vino, como también lo son de los demás accidentes que permanecen, tal como dijimos (cc. 63, (65).

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