CAPÍTULO LXIV: Solución a lo que se objetaba por parte del lugar

CAPÍTULO LXIV

Solución a lo que se objetaba por parte del lugar

Después de lo que hemos considerado sobre el modo de la conversión, se nos ofrece un camino abierto en cierta manera para resolver otras dificultades (cf. c. 62, 2.a dif.). Se dijo (c. prec.) que el lugar en que se realiza este sacramento se atribuye al cuerpo de Cristo por razón de las dimensiones del pan, que permanecían después de la conversión de la substancia del pan en el cuerpo de Cristo. Luego, según esto, las cosas que pertenecen a Cristo es necesario que estén en dicho lugar, conforme a lo que exige la razón de dicha conversión.

Pues es de advertir que en este sacramento hay algo por virtud de la conversión y algo también por natural concomitancia. En efecto, en virtud de la conversión hay en este sacramento aquello en que termina directamente la conversión: así como bajo las especies de upan está el cuerpo de Cristo, en que la substancia de pan se convierte, como se ve por las palabras de la consagración, cuando se dice: “Esto es mi cuerpo”, así también bajo la especie de vino está la sangre de Cristo, cuando se dice: “Este es el cáliz de mi sangre”, etc. Mas, por natural concomitancia, están allí todas las demás cosas en que no termina a conversión y que, sin embargo, están unidas realmente a aquello en que termina. Pues es manifiesto que la conversión del pan no termina en la divinidad de Cristo ni en su alma; no obstante, bajo la especie de pan están el alma de Cristo y su divinidad, por la unión de ambas al cuerpo de Cristo.

Pero si en los tres días de la muerte de Cristo se hubiera celebrado este sacramento, no estaría bajo la especie de pan el alma de Cristo, porque en realidad no estaba unida a su cuerpo; y del mismo modo, tampoco bajo la especie de pan estaría la sangre ni bajo la especie de vino el cuerpo, por la separación de ambos en la muerte. Mas al presente, como el cuerpo de Cristo en su naturaleza no está sin sangre, bajo ambas especies se contienen el cuerpo y la sangre; pero bajo la especie de pan está contenido el cuerpo en virtud de la conversión y la sangre, por natural concomitancia; y bajo la especie de vino, viceversa.

Por lo mismo se ve también la solución a lo que se objetaba de a desigualdad del cuerpo de Cristo al lugar del pan. Pues la substancia del pan se convierte directamente en la substancia del cuerpo de Cristo, pero las dimensiones del cuerpo de Cristo están en el sacramento por natural concomitancia y no en virtud de la conversión ya que permanecen las dimensiones del pan. Así, pues, el cuerpo de Cristo no se compara a este lugar mediante sus dimensiones propias, como si le conviniera adecuarse al lugar, sino mediante las dimensiones permanentes del pan, a las que se adecua el lugar.

Y por la misma razón se ve la solución a lo que se objetaba sobre la pluralidad de lugares. Pues el cuerpo de Cristo, con sus dimensiones propias, sólo existe en un lugar; pero mediante las dimensiones del pan, que se convierte en Él, está en tantos cuantos lugares sea celebrada esta conversión; no ciertamente dividido en partes, sino íntegro en cada uno, porque cualquier pan consagrado se convierte en el cuerpo Integro de Cristo.

Si encuentras un error, por favor selecciona el texto y pulsa Shift + Enter o haz click aquí para informarnos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.