CAPÍTULO LX
Quienes ven a Dios ven todo en El simultáneamente
Habiendo demostrado ya (c. precedente) que el entendimiento creado, viendo la substancia de Dios, entiende en ella misma todas las especies de las cosas, y sabiendo que todo cuanto se ve en una especie es preciso verlo simultáneamente con una sola visión, pues ésta está en correspondencia con su principio, es necesario que el entendimiento que ve la divina substancia contemple también no sucesiva, sino simultáneamente todas las cosas.
La suprema y perfecta felicidad de a naturaleza intelectual consiste en ver a Dios, según se demostró (capítulo 50). Pero la felicidad no es efecto de un hábito, sino de un acto, puesto que es la última perfección y el último fin. Luego todo cuanto se ve por la visión de la substancia divina, por la que somos bienaventurados, se ve actualmente. Por lo tanto, no vemos una cosa ahora y otra después.
Cualquier cosa, una vez llega a su último fin, se aquieta, porque todo movimiento es para adquirir un fin. Ahora bien, el fin último del entendimiento es la visión de la substancia divina, como se demostró (l. c.). Luego el entendimiento que ve la substancia divina no pasa de un inteligible a otro. Según esto, todo cuanto conoce por, ella lo considera en acto
El entendimiento conoce todas las especies de las cosas en la substancia divina, como consta por lo dicho (c. prec.). Mas hay género cuyas especies son infinitas, como los números, las figuras y las proporciones. Luego el entendimiento ve en la substancia de Dios cosas infinitas. Y no podría verlas todas si no las viera simultáneamente, porque en lo infinito no cabe transición. Es preciso, pues, que todo cuanto ve el entendimiento en la substancia divina lo vea simultáneamente.
Por esto dice San Agustín en el XV “De la Trinidad”: “Entonces nuestros pensamientos no serán volubles, yendo y volviendo de unas cosas a otras; pues veremos toda nuestra ciencia con una sola mirada”.
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