CAPÍTULO LVII: Opinión de Platón sobre la unión del alma intelectual con el cuerpo

CAPÍTULO LVII

Opinión de Platón sobre la unión del alma intelectual con el cuerpo

Movidos por estas y otras razones semejantes, dijeron algunos que ninguna substancia intelectual puede ser forma del cuerpo. Pero como a semejante opinión parecía contradecir la naturaleza del hombre, el cual parece estar compuesto de alma intelectual y cuerpo, excogitaron otros caminos para poner a salvo la naturaleza humana.

Así, Platón, con sus discípulos, supuso que el alma intelectual no se une al cuerpo como la forma a la materia, sino como el motor al móvil, diciendo que el alma está en el cuerpo “como el nauta en la nave”. Y de este modo, la unión del alma con el cuerpo no sería sino por contacto virtual, del cual hablamos anteriormente (c. 56).

Sin embargo, esto no parece conforme, pues mediante dicho contacto no se hace una unidad total, como se demostró (c. 56). Y como de la unión del alma y del cuerpo resulta el hombre, seguiríase que el hombre no sería uno totalmente, y, por consiguiente, tampoco un ser substancial, sino un ser accidental.

Mas para evitar esto dijo Platón que el hombre no es un compuesto de alma y de cuerpo, sino que “la misma alma usando del cuerpo” hace al hombre: como Pedro no es un compuesto de hombre y de vestido, sino “un hombre que usa del vestido”.

Pero se demuestra que esto es imposible: el animal y el hombre son cosas sensibles y naturales. Y esto no sería tal si el cuerpo y sus partes no fuesen de la esencia del hombre y del animal, en vez de que la esencia de ambos fuese sólo el alma, según la citada opinión (c. 56), pues el alma no es cosa sensible ni material. Luego es imposible que el hombre y el animal sean “un alma usando del cuerpo” y no un compuesto de alma y cuerpo.

Además, es imposible que los que son diversos en el ser tengan una sola operación; y digo una sola operación, no atendiendo al término de la acción, sino en orden a su principio, pues muchos conductores de la nave realizan una sola acción por parte del fin, que es uno; no obstante, por parte de la tracción hay muchas acciones, porque hay diversos impulsos para la conducción. Ahora bien, como la acción responde a la forma y a la, potencia, conviene que los que tienen diversas formas y potencias tengan, en consecuencia, diversas acciones. Y aunque el alma tenga una operación propia y no común con el cuerpo, como es la de entender, hay, sin embargo, otras operaciones comunes al alma y al cuerpo, como temer, airarse, sentir y otras semejantes; y éstas se originan por la alteración de alguna determinada parte del cuerpo; por donde se ve que son operaciones del conjunto alma y cuerpo. Luego conviene que del alma y del cuerpo se haga una sola cosa, sin que ambos sean diversos en el ser.

A esta razón se objeta, según el sentir de Platón: no hay inconveniente para que el motor y el movido, siendo diversos en el ser, tengan m mismo acto; porque el movimiento en el acto mismo del motor, del cual procede, y del movido, en el cual está. De esto dedujo Platón que las operaciones eran comunes al alma y al cuerpo, o sea, del alma como motor y del cuerpo como movido.

Mas esto no puede ser. Porque como demuestra el Filósofo en e II “Sobre el alma”, “sentir obedece ser movido por sensibles exteriores” Luego no puede el hombre sentir si no es por medio de un sensible exterior, como nada puede ser movido sin uno que lo mueva. El órgano sensorial muévese y se altera sintiendo, pero por un sensible exterior. Y lo que padece (o se altera) es el sentido, como lo demuestra el hecho de que los que carecen de sentido no sufren tal género de pasión. Luego el sentido es una virtud pasiva del mismo órgano. Ahora bien, el alma sensitiva, en orden a sentir, no se considera como quien mueve y obra, sino como aquello en que el paciente padece. Esto no da lugar a considerar su ser como diverso del ser del paciente. Luego el alma sensitiva no es diversa, en cuanto al ser, del cuerpo animado.

Aunque el movimiento es un acto común del motor y del movido, sin embargo, una es la operación de quien da el movimiento y otra la de quien lo recibe; de donde resultan dos predicamentos, “hacer” y “padecer”. Luego si, al sentir, el alma sensitiva se toma como agente y el cuerpo como paciente, una será la operación del alma y otra la del cuerpo. Luego el alma sensitiva tendrá alguna operación propia. Tendrá, por tanto subsistencia propia, ya que, destruido el cuerpo, ella no deja de ser. Luego las almas sensitivas, incluso las de los animales irracionales, serán inmortales. Lo cual parece Improbable. No obstante, esto no está reñido con la opinión de Platón. Pero más adelante lo examinaremos (c. 82).

El móvil no recibe la especie de su motor. Si, pues, el alma se une al cuerpo tan sólo como el motor al móvil, el cuerpo y sus partes no recibirán la especie del alma. Salida, pues, el alma, el cuerpo y sus partes conservarán la propia especie. Y esto es falso evidentemente, pues la carne y el hueso y las otras partes del cuerpo, después de la separación del alma, no se dicen sino equívocamente, pues ninguna de estas partes tiene la operación propia que deriva de la especie. Luego el alma no se une al cuerpo solamente como el motor al móvil o el hombre al vestido.

El móvil recibe de su motor, no el ser, sino solamente el movimiento. Si, pues, el alma se uniese al cuerpo tan sólo como motor, el cuerpo se movería ciertamente por el alma, pero de ella no recibiría el ser. Y como vivir es un modo peculiar de ser del viviente, síguese que el cuerpo no vive por el alma.

El móvil ni es engendrado por la aplicación de su motor ni se corrompe por su separación, porque el móvil depende del motor, no en cuanto al ser, sino solamente en cuanto al movimiento. Si, pues, el alma se une al cuerpo solamente como motor, se seguirá que ni en la unión del alma y del cuerpo habrá generación alguna ni en su separación corrupción. Y de este modo la muerte, que consiste en la separación del alma y del cuerpo, no será la corrupción del animal. Lo cual es falso manifiestamente.

Todo lo que se mueve a sí mismo tiene en sí el poder de moverse y no moverse y el de mover y no mover. Es así que el alma, según la opinión de Platón, mueve al cuerpo moviéndose a sí misma. Luego el alma tiene poder de mover o no mover al cuerpo. Por tanto, si solamente está unida a él como el motor al móvil, tendrá poder el alma para separarse del cuerpo cuando quiera y de nuevo unirse al cuerpo cuando quiera. Lo cual es falso, como consta.

El alma se une al cuerpo como su propia forma. Pruebas: lo que hace que una cosa se convierta de ser en potencia en ser en acto, es forma y acto de la misma. Es así que par el alma se hace el cuerpo de ser en potencia ser en acto, pues vivir es el ser del viviente, ya que el semen antes de da animación es sólo viviente en potencia y por el alma se hace viviente en acto. Luego el alma es la forma del cuerpo animado.

Pues que tanto el ser como el obrar no es sólo de la forma ni sólo de la materia, sino del compuesto, el ser y el obrar se atribuyen a los dos, de los cuales uno es al otro lo que la forma a la materia; así decimos que el hombre está sano por el cuerpo y la sanidad y que sabe por la ciencia Y por el alma, de los cuales la ciencia es la forma del alma esciente, y la sanidad, del cuerpo sano. Es así que vivir y sentir se atribuyen al alma y al cuerpo, pues decimos vivir y sentir con el alma y el cuerpo, tomando al alma, sin embargo, como principio de la vida y del sentido. Luego el alma es la forma del cuerpo.

Toda el alma sensitiva dice relación a todo el cuerpo, del mismo modo que una de sus partes a la parte de aquél. Es así que una parte de ella es, con respecto a la parte del cuerpo, su forma y su acto; así da vista es forma y acto del ojo. Luego el alma es forma y acto del cuerpo.

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