CAPÍTULO CXXIV: El matrimonio debe ser de uno con una

CAPÍTULO CXXIV

El matrimonio debe ser de uno con una

También parece que se ha de considerar que es innato en las almas de todos los animales que tienen coito no sufrir la compañía del igual, por lo cual hay luchas entre ellos por el coito. Y ciertamente hay una sola razón común para todos los animales: que todos apetecen libremente gozar del placer del coito como del placer de la comida. Tal libertad ce coartada con llegarse muchos a una, o al revés; como la de disfrutar del placer de la comida si otro se la quita. En los hombres se da una razón especial, ya dicha: que desea estar cierto de la prole; tal certidumbre se pierde si muchos fueran de una. Por consiguiente, de instinto natural viene que una sea de uno.

Mas en esto se ha de tener presente una diferencia. Que una mujer no sea conocida por varios varones lo persuaden ambas razones. Mas que un varón no conozca muchas mujeres no concluye la segunda, pues no se pierde la certeza sobre la prole. Pero milita, en cambio, la primera; porque así como la libertad de usar de la mujer a gusto del varón la pierde éste si la mujer tiene otro, así también la pierde ésta si aquél tiene muchas. Y, pues, la certidumbre sobre la prole es el bien principal que persigue el matrimonio, ninguna ley ni costumbre humana permitió que una fuese mujer de varios. Fue también tenido esto por los romanos como inconveniente, de quienes dice Valerio Máximo que juzgaban que ni por esterilidad debía quebrantarse la fidelidad conyugal.

En todas las especies de animales en que el padre tiene solicitud por la prole, un macho sólo tiene una hembra, como se ve en todas las aves que crían conjuntamente a los polluelos, pues no bastaría un solo macho a prestar ayuda a muchas hembras en su educación. Entre los animales en que el macho no tiene esa solicitud, uno tiene indistintamente muchas hembras, y una hembra muchos machos, como entre los gozques, las gallinas y otros. Mas como al varón, entre todos los animales, le asedia el cuidado de los hijos, es cosa clara ser natural al hombre que uno tenga una mujer, y al contrario.

La amistad se asienta sobre cierta igualdad. Si, pues, no es permitido a la mujer tener varios hombres, por ser esto contra la certeza de la prole, si estuviera permitido al varón tener muchas mujeres, no cabría amistad liberal entre mujer y varón, sino servil. Y esta razón está comprobada por la experiencia, pues entre los varones que tienen muchas mujeres, éstas están como esclavizadas.

No se tiene intensa amistad con muchos. Por consiguiente, si la mujer tiene un solo hombre y éste tiene muchas, no es igual la amistad por ambas partes, ni habrá amistad liberal, sino servil,

Hemos dicho que el matrimonio de los hombres se debe ordenar en relación con las buenas costumbres. No es buena costumbre que el varón tenga muchas mujeres, porque de ahí se origina la discordia en la familia doméstica, como consta por experiencia. No es, por tanto, conveniente que un hombre tenga muchas mujeres. Por eso se dice: “Serán dos en una carne”.

Con lo dicho se cierra la puerta a la costumbre de los que tienen muchas mujeres y se excluye la opinión de Peatón, que afirma que las mujeres deben de ser comunes, la cual siguió en la nueva ley Nicolás, uno de los siete diáconos.

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