CAPÍTULO CXI
Las criaturas racionales están sujetas a la divina providencia por un motivo especial
Todo cuanto hemos determinado anteriormente (c. 64 ss.) manifiesta que la divina providencia se extiende a todas las cosas. Sin embargo, es preciso tener en cuenta la especial razón de la providencia para con las naturalezas intelectuales y racionales sobre las demás criaturas. Porque superan a las otras criaturas en perfección de naturaleza y en dignidad de fin. En perfección de naturaleza, porque sólo la criatura racional tiene dominio de su acto, y se actúa libremente en sus operaciones; mientras que las demás criaturas, con respecto a sus propias obras, son más bien actuadas que actuantes, según consta por lo dicho (c. 47). En dignidad de fin, porque sólo la criatura intelectual llega al fin último del universo con su operación, es decir, a conocer y amar a Dios; mientras que las otras no pueden alcanzarlo sino mediante cierta participación de su semejanza. Ahora bien, la razón total de una obra varía según la diversidad de fin y la de cuanto está sujeto a ella, tal cual la razón de obrar en el arte es diversa según la diversidad de fin y de materia. Por ejemplo, el médico obra de diversa manera para ahuyentar la enfermedad o para afianzar la salud; incluso obra diversamente en atención a los diversos temperamentos. Paralelamente, en el gobierno de la ciudad es preciso observar diversa razón de orden según las diversas condiciones de quienes están sujetos al gobierno y según las diversas cosas a que están ordenados. Por ejemplo, es preciso que los soldados se dispongan de modo que estén preparados para la batalla, y los artífices para que estén en buenas condiciones en urden a sus obras. Según esto, una es la razón de orden por la que las criaturas racionales están sujetas a la divina providencia, y otra, aquella por la que están ordenadas las demás criaturas.
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