CAPÍTULO 4: Diferencias entre las posiciones de Aristóteles y Platón

CAPÍTULO 4

Diferencias entre las posiciones de Aristóteles y Platón

Pero hay otros puntos en los cuales las posiciones de uno y otro difieren. En primer lugar, como ya dijimos, Platón, por encima de las almas de los cuerpos celestes, coloca un doble orden de sustancias separadas, esto es, los entendimientos y los dioses, entendiendo por estos últimos las especies inteligibles separadas, por cuya participación entienden los entendimientos.

En cambio Aristóteles, que no admite los universales separados, por encima de las almas de los cuerpos celestes sólo puso un orden de cosas, dentro del cual es el sumo dios el que ocupa el primer lugar, al igual que Platón entendió que el sumo dios era lo primero en el orden de las especies, cual si fuese la idea misma del uno y del bien.

En cuanto a este orden de sustancias Aristóteles sostuvo que reúnen las dos perfecciones, es decir, son inteligentes y a la vez objeto de la propia inteligencia, de tal manera que el sumo dios entiende no por participación de algo superior que viniera a perfeccionarle, sino por su propia esencia; y otro tanto pensó que debía decirse de las demás sustancias separadas ordenadas bajo el sumo dios, salvo que, al carecer de la simplicidad y suma perfección de éste, su intelección no se lleva a cabo sino mediante una participación de las sustancias superiores.

Así pues, según Aristóteles estas sustancias que constituyen la meta de los movimientos celestes son a la vez entendimientos inteligentes y especies inteligibles: no en el sentido de que sean las especies o naturalezas de las sustancias sensibles, como sostuvieron los Platónicos, sino de condición absolutamente superior.

En segundo lugar, Platón no redujo el número de los entendimientos separados al número de los movimientos celestes, puesto que no era esto lo que le movía a poner los entendimientos separados, sino la naturaleza de las cosas considerada en sí misma. En cambio Aristóteles, rehuyendo apartarse de lo sensible, no se determinó, como ya dijimos, a poner las sustancias intelectuales separadas más que en función de sus movimientos, de modo que el número de las mismas lo redujo al número de los movimientos celestes.

En tercer lugar, porque Aristóteles no puso almas intermedias entre las de los cielos y las de los hombres, como hizo Platón, de modo que no se encuentra que ni él ni sus secuaces hayan hecho mención alguna de los demonios.

Y esto es lo que de diversos escritos hemos recogido sobre las opiniones de Platón y Aristóteles acerca de las sustancias separadas.

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