1

Don Quijote de Aquino, por P. Martín Villagrán IVE

Santo Tomás de Aquino - Cornelio Fabro - instituto verbo encarnado

Tommaso d'aquino

En el 740º aniversario de la muerte de santo Tomás de Aquino

 

Morir cuerdo y vivir loco

La Mancha y Aquino dieron a la Historia dos enloquecidos que murieron cuerdos.

El primero fue una ficción, creada por un manco; el segundo fue caso real, puesto por el buen Creador.

En sus últimos días ambos desconcertaron al mundo, pues en ambos se constató un cambio drástico. Aquello que había aprisionado sus vidas, se convirtió de repente en algo fútil, vano, poca cosa, locura.

Cervantes enloqueció a su Alonso Quijano, el bueno, para sacudir la frívola literatura caballeresca, y en el mismo golpe dejó a la posteridad la encarnación ideal del idealista. Idealismo puro, en el mejor de los sentidos, el más sólido de los idealismos.

En la locura del Aquinate se perpetuó la perfecta actitud de la humana inteligencia ante la entera realidad, la natural y la sobrenatural.

Y la locura de ambos tenía en germen la cordura más cuerda…

 

1- La muerte del Quijote[1]

untitled

“Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo pensaba; porque, o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura que le tuvo seis días en la cama, en los cuales fue visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele de la cabecera Sancho Panza, su buen escudero”.

“… Fue el parecer del médico que melancolías y desabrimientos le acababan. Rogó don Quijote que le dejasen solo, porque quería dormir un poco. Hiciéronlo así y durmió de un tirón, como dicen, más de seis horas; tanto, que pensaron el ama y la sobrina que se había de quedar en el sueño. Despertó al cabo del tiempo dicho, y, dando una gran voz, dijo:

“-¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres.

“Estuvo atenta la sobrina a las razones del tío, y pareciéronle más concertadas que él solía decirlas, a lo menos, en aquella enfermedad, y preguntóle:

“-¿Qué es lo que vuestra merced dice, señor? ¿Tenemos algo de nuevo? ¿Qué misericordias son éstas, o qué pecados de los hombres?

“-Las misericordias -respondió don Quijote-, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia, que sobre él me pusieron mi amarga y continua leyenda de los detestables libros de las caballerías. Ya conozco sus disparates y sus embelecos, y no me pesa sino que este desengaño ha llegado tan tarde, que no me deja tiempo para hacer alguna recompensa, leyendo otros que sean luz del alma. Yo me siento, sobrina, a punto de muerte; querría hacerla de tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala que dejase renombre de loco, que, puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad en mi muerte”.

No quisieron creer el cambio los que había llegado, pero finalmente lo hicieron:

1929-Maestricht-Leiter-04-078

… y una de las señales por donde conjeturaron se moría fue el haber vuelto con tanta facilidad de loco a cuerdo, porque a las ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan cristianas y con tanto concierto, que del todo les vino a quitar la duda, y a creer que estaba cuerdo”.

Sobre su sepultura Sansón Carrasco puso este epitafio:

“Yace aquí el Hidalgo fuerte
que a tanto estremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco;
fue el espantajo y el coco
del mundo, en tal coyuntura,
que acreditó su ventura
morir cuerdo y vivir loco”.

 

2- La muerte de Santo Tomás

muerte de santo tomas

En Diciembre de 1273, tres meses antes de su muerte, Santo Tomás celebra una Misa en la que sufre una admirable transformación (fuit mira mutatione commotus). “Después de esta Misa no escribió más ni dijo cosa alguna y hasta se deshizo de los instrumentos para escribir (organa scriptionis); estaba trabajando con la Tertia Pars de la Suma Teológica, en el tratado sobre la Penitencia”[2].

¿Cuál fue la razón que dio el Aquinate? “No puedo más. Todo lo que he escrito me parece paja comparado con lo que he visto”.

Tanto fue el cambio, tan taciturno, tan fuera de sí estaba que lo envían a descansar a la casa de su hermana Teodora al norte de Salerno. Vuelve poco después a Nápoles, pero llega en ese momento la convocatoria del Papa Gregorio X para un Concilio en Lión.

Santo Tomás parte con su Contra errores graecorum bajo el brazo. En el camino debe excusarse de la invitación al Monasterio de Montecasino por su poca salud y mucha subida.

Luego de varios días de viaje llegan a un castillo cercano a Terracina donde vivía la sobrina de Santo Tomás y es allí donde empeora gravemente. Trató el Santo de seguir su camino a Roma, pero, sintiéndose débil, prefirió que lo trasladasen a la abadía de Fossanova diciendo: “Si el Señor debiera visitarme, es mejor que me encuentre en la casa de religiosos antes que en casa de seglares”.

El 4 o 5 de febrero recibió el Viático pronunciando una profesión de fe eucarística: “He escrito y he enseñado mucho sobre el Santísimo Cuerpo de Cristo y sobre los otros sacramentos en la fe de Cristo y de la santa Iglesia romana, a cuya corrección ofrezco y someto todo”.

Recibió la unción de los enfermos y el 7 de marzo de 1274, luego de haber recibido la Comunión, partió al Cielo.

En el capítulo LX de la “Vida de santo Tomás”, escrita por Guillermo di Tocco, se cuenta “una visión por medio de la cual fue prevista su muerte”:

“Como santo Tomás tenía especial devoción a san Pablo, que junto con san Pedro le habían revelado algunas cosas dudosas, no le faltó en la hora de la muerte la apostólica consolación”.

sto Tomás-s Pedro y Pablo

Y se cuenta en seguida el sueño que un dominico tuvo en Nápoles mientras santo Tomás estaba en Fossanova.

En el sueño se aparece Santo Tomás dando clases en la escuela. En cierto momento ingresa San Pablo al aula y Santo Tomás se baja de la cátedra y quiere irse. El Apóstol lo frena y le ordena que continúe, pero Santo Tomás pide que se le diga antes si es que él, Santo Tomás, había tenido una verdadera comprensión de sus Cartas.

San Pablo responde: “(has entendido) bien, tanto cuanto puede saber en esta vida un hombre que vive en el cuerpo; pero quiero que vengas ahora conmigo, y te conduciré a un lugar en que tendrás una comprensión más clara de todas las cosas[3].

El Apóstol tomó a Santo Tomás y se lo llevó consigo.

El fraile se despertó gritando: ¡Auxilio, hermanos nos han quitado al hermano Tomás!

Cuando días después llegó la noticia de la muerte de Santo Tomás en Fossanova, los hermanos de Nápoles se dieron cuenta que había sucedido en el mismo momento de aquel sueño.

 

El fruto de la locura de santo Tomás

Dijo él que su trabajo era como paja… pero se le opusieron los Papas diciendo que su doctrina era la de la Iglesia.

Si santo Tomás “recuperó el juicio” al final de sus días, reconociendo la locura que conllevaba el oficio de Teólogo, no lo hizo en desmedro de la autoridad y validez perenne que sus escritos habrían de tener para el porvenir.

Justamente es en ese acto en el cual cobra mayor vigor su obra. Es allí donde se manifiesta la actitud que durante su vida mantuvo como Teólogo y en la cual se fundó la solidez y perfección de su magisterio.

Quienes dicen que el sistema tomista cayó y pasó, malinterpretan esa actitud de reverencia y humildad profunda con la que salió de aquella Misa. Para ellos el Aquinate reconoció con esto que incluso su colosal obra es caduca, aunque en realidad fue llana y santa expresión de admiración ante el misterio y de poquedad ante el infinito.

Uno podría caer en la tentación de querer contarse entre los “superadores de sistemas escolásticos”, para terminar dando a los hombres pura paja mojada, que no produzca ni un minúsculo fuego, sino solo humo y confusión.

Pero no debe dejarse caer por tierra un fruto tan grande, sabroso y maduro.

Honrar a Santo Tomás hoy en día consiste, en parte, en conocerlo profundamente, difundirlo adecuadamente y defenderlo de las críticas “de moda” y “aceptadas” que tanto pululan en algunos ambientes.

Él interceda desde el Cielo, por aquellos locos que creen, como él, que hay una sola verdad… en dos planos, sí, pero armónicos ellos y única la verdad.

P. Martín Villagrán, IVE


[1] Cfr. Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Parte II, Cap. LXXIV.

[2] Seguimos libremente a J-P. Torrel (Amico della vertità, vita e opere di San Tommaso d’Aquino, ESD, Bologna 2006, pp. 387-392) que sigue a su vez en este lugar las “fuentes” clásicas de la vida del Santo.

[3] Doctor rogavit apostolum ut ei diceret si habuisset verum de suis epistolis intellectum. Qui respondit: “Bene, sicut in hac vita homo vivens in corpore potest scire; sed volo ut mecum venias, et ducam te ad locum ubi clariorem habebis de ómnibus intellectum”

Si encuentras un error, por favor selecciona el texto y pulsa Shift + Enter o haz click aquí para informarnos.

Comments 1

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.