Diversas menciones en Discursos, Audiencias, etc.

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II A UNA PEREGRINACIÓN DE LAS DIÓCESIS  DE AQUINO, SORA Y PONTECORVO, Y GROSSETO
Sábado 12 de abril de 1980

Continuad estando unidos y activos con fidelidad a Cristo, a la Iglesia, al obispo; continuad manteniendo alta y límpida la fe a la luz inextinguible de Santo Tomás, vuestro conciudadano ilustre e inmortal, siguiendo las huellas de un adalid tan grande de la fe, de uno que fue —como os dijo un día Pablo VI, de venerada memoria, en feliz síntesis que no se debe olvidar— “un sabio como muy pocos, un gran estudioso de los misterios de Dios y de su obra creadora y redentora, un enamorado de Cristo y de la Virgen, un alma serena, casta, humilde, obediente, rica en todas las virtudes humanas y cristianas del perfecto religioso” (A peregrinos de Aquino, Sora y Pontecorvo, el 2 de enero de 1974; L’Osservatore Romano, Edición en. Lengua Española, 6 de enero de 1974, pág. 4).

La formidable capacidad intelectual analítica y sintética de Santo Tomás, su conocimiento insuperable de la Sagrada Escritura y su santidad inconfundible, deben ser guía y aliento en particular para vosotros. Que vuestra diócesis sea siempre modelo de fervor eucarístico y mariano y consuelo de vuestro obispo, del Papa y de la Iglesia entera. Os ayude en estos propósitos también mi aliento unido a mi oración constante.

VIAJE APOSTÓLICO A EXTREMO ORIENTE

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II A LOS ESTUDIANTES EN EL CAMPUS DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SANTO TOMAS, MANILA

Miércoles 18 de febrero de 1981

No es necesario decir que la conquista de la verdad debe llevarse a cabo con pleno respeto de los puntos de vista que sean diferentes y en diálogo abierto con los demás, diálogo que en cada campo alcanza intensidad particular en la universidad. Encontrándome aquí, en esta ilustre Universidad de Santo Tomás que nos ha dado una hospitalidad tan cordial y generosa, debo hacer referencia, siquiera brevemente, a un aspecto particular del diálogo entre la Iglesia y el mundo; me refiero al hecho de que nos capacita para «percibir con profundidad mayor como la fe y la razón tienden a la misma verdad, siguiendo las huellas de los Doctores de la Iglesia, sobre todo de Santo Tomás de Aquino» (Gravissimum educationis, 10)

AUDIENCIA

16 de septiembre de 1998

Santo Tomás de Aquino, siguiendo a los Padres de la Iglesia, puede afirmar que ningún espíritu es «tan tenebroso, que no participe en nada de la luz divina. En efecto, toda verdad conocida por cualquiera se debe totalmente a esta “luz que brilla en las tinieblas”, puesto que toda verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo» (Super Ioannem, 1, 5, lect. 3, n. 103).

3. Por este motivo, la Iglesia aprecia toda auténtica búsqueda del pensamiento humano y estima sinceramente el patrimonio de sabiduría elaborado y transmitido por las diversas culturas. En él ha encontrado expresión la inagotable creatividad del espíritu humano, dirigido por el Espíritu de Dios hacia la plenitud de la verdad.

El encuentro entre la palabra de verdad predicada por la Iglesia y la sabiduría expresada por las culturas y elaborada por las filosofías, impulsa a estas últimas a abrirse y a encontrar su propia realización en la revelación que viene de Dios. Como subraya el concilio Vaticano II, ese encuentro enriquece a la Iglesia, capacitándola para penetrar cada vez más a fondo en la verdad, para expresarla a través de los lenguajes de las diferentes tradiciones culturales y para presentarla, sin cambios en la sustancia, de la forma más adecuada a la evolución de los tiempos (cf. Gaudium et spes, 44).

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