CAPÍTULO XCV
De dónde toman género y especie las substancias separadas
Es conveniente ahora considerar cómo se diversifican específicamente las substancias separadas.
En las cosas materiales, con diversa especie dentro de un mismo género, se toma el género del principio material, y la diferencia específica del formal; por ejemplo, la naturaleza sensitiva, de la cual se toma la esencia de “animal”, es lo material en el hombre respecto de la naturaleza intelectual, de la que se toma su diferencia específica, o sea, “racional”. Si, pues, las substancias separadas no están compuestas de materia y forma (c. 5), no se ve de dónde se tome en ellas el género y la especie.
Para ello es conveniente saber que las diversas especies participan el ser por grados. Así en la primera división del “ente” se encuentra lo perfecto, o sea, el ser substancial y en acto; y lo imperfecto, o sea, el ser accidental y en potencia. De esta suerte, pasando por cada uno de los seres, se advierte que una especie añade sobre la otra un grado de perfección: los animales sobre las plantas, los metazoos sobre los protozoos; y hasta en la misma cromática, lo más perfecto es lo más vecino al color blanco. Por lo cual, Aristóteles dice de las definiciones de las cosas que “son como números, en que la unidad añadida o substraída los hace variar”. Pues, según esto, se dan las diversas especies de definición, añadiendo o quitando una diferencia.
Pues bien, la esencia de determinada especie consiste en que la naturaleza que es común se coloca en determinado grado de ser. Y porque en lo compuesto de materia y forma ésta es como el término, y lo que termina es la materia, o lo material, conviene tomar el género de ésta y la diferencia de aquélla; pues así como es una y la misma naturaleza constituida de materia y forma, así la diferencia nada extraño añade a la naturaleza del género, que es sólo una determinación suya, como si se toma el género diciendo “animal que tiene pies”, y la diferencia, “animal tiene dos pies”; con ello nada extraño se añade al género,
Con esto se ve que la determinación que da la diferencia al género es causada por otra naturaleza que la de éste, pues la esencia que significa la definición es un compuesto de materia y forma, como de un determinante y un determinado; por lo tanto, la naturaleza simple está determinada en sí misma y no tiene los partes, de las que una fuera determinante y otra determinada; y así, de la esencia de su naturaleza se toma el género, y la diferencia específica, del grado determinado de ser.
También queda claro que la naturaleza indeterminada, la infinita en sí misma (l. 1, c. 43), la naturaleza divina, no tiene género ni diferencia; todo lo cual está conforme con lo que hemos tratado de Dios (ib., 25).
Del mismo modo, es manifiesto que las diversas especies de substancias se toman separadas, en razón de sus grados diversos, pues no hay individuos en una especie y no hay dos iguales, sino que unas son naturalmente superiores a las otras; por eso se dice en Job 38: “¿Conoces acaso la ordenación del cielo?” Y Dionisio, en el capítulo X de la “Jerarquía celeste”, que “así como la muchedumbre de los ángeles tienen jerarquías supremas, medias e ínfimas, así en toda jerarquía hay un orden supremo, medio e ínfimo, y en todo orden, ángeles supremos, medios e ínfimos”,
Con todo esto excluimos la opinión de Orígenes, que dijo que, en un principio, todas las substancias espirituales fueron creadas iguales, entre las que enumera al alma, y que su diversidad proviene de los diferentes méritos, siendo así unas unidas a cuerpos y otras no, unas más altas y otras más bajas; pues hemos demostrado que la diferencia entre ellas es natural, y que el alma humana no tiene la misma especie, y que ellas mismas se diferencian entre sí y no son iguales en la ordenación de la naturaleza.
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