CAPÍTULO XCIV
La substancia separada y el alma no son de la misma especie
Continuando en nuestro estudio, llegamos a demostrar que el alma no es de la misma especie que las substancias separadas.
Mayor diferencia hay entre el alma humana y una substancia separada que entre ellas mismas. Y, pues hemos demostrado (c. prec.) que las substancias separadas son específicamente diferentes, con más razón se da esta diferencia entre el alma humana y la substancia separada.
Cada cosa tiene su propio ser en conformidad con su especie, porque los que tienen diversa razón de ser es que tienen especie diversa. Ahora bien, el alma humana y la substancia separada no tienen idéntica razón de ser, ya que el cuerpo no toma parte en el ser de la substancia separada, como la toma en el del alma, pues ésta se une al cuerpo esencialmente, como la forma a la materia. Por lo tanto, el alma humana difiere específicamente de las substancias separadas.
Lo que tiene en sí mismo su especie no puede tenerla común con lo que no la tiene en sí y es sólo parte de la especie. Dado que la substancia separada tenga su especie en si 1 misma y el alma sólo sea parte de especie humana, se sigue que ésta no entra en la misma especie que aquélla, a no ser que queramos decir que el hombre lo es, lo cual no es verdad.
Por la operación propia de una cosa se conoce su especie, pues la operación muestra la potencia y ésta indica la esencia. La operación propia de la substancia separada y la del alma intelectual es el entender; pero el modo es muy distinto en las dos: el alma entiende abstrayendo de los fantasmas, y la substancia separada no, pues no tiene órganos corpóreos, asiento de aquéllos; y por esto se distinguen específicamente.
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