CAPÍTULO LXXVIII
Aristóteles no sentenció que el entendimiento agente es una substancia separada, sino que propiamente es algo del alma
Como no hay muchos que se conforman con la opinión expuesta anteriormente (c. 76), creyendo que es de Aristóteles, debemos demostrar con sus propias palabras que él no opinó que el entendimiento agente sea una substancia separada.
Porque, primeramente, dice que “así como en toda naturaleza hay algo que es como la materia en cualquier género y está en potencia respecto a lo que pertenece a dicho género, y, además, hay también como una causa eficiente que hace todo lo relativo al género, en proporción semejante a la que hay entre el arte y su materia, también, pues, es necesario que estas diferencias se encuentren en el alma”. Y, en realidad, “del mismo modo”, o sea, lo que es como la materia en el alma, “es el entendimiento posible, en el que se hacen todos los inteligibles”. “Y el otro”, es decir, lo que es como la causa eficiente en el alma, “es el entendimiento que hace todo” -es decir, que actualiza los inteligibles-, o sea, el entendimiento agente, que es “como un hábito”, y no una potencia. En qué sentido dijo “hábito”, lo explica al añadir que es “como la luz: a la manera como la luz hace de los colores en potencia colores en acto”, a saber, en cuanto les da visibilidad actual; y esta función respecto de los inteligibles se atribuye al entendimiento agente.
De esto se deduce claramente que el entendimiento agente no es una substancia separada, sino propiamente algo del alma; porque dice expresamente que el entendimiento posible y el agente son “diferencias del alma” y que “están en el alma”. Ninguna de estas cosas es substancia separada.
La razón de ello la evidencia lo siguiente: En toda naturaleza, dotada de potencia y acto, hay un elemento que es como la materia y está en potencia para todo lo que pertenece a su respectivo género, y hay otro elemento que es como el agente, que reduce la potencia al acto, así como en las cosas artificiales hay arte y materia. El alma, intelectiva es una naturaleza dotada de potencia y acto, pues unas veces es inteligente en acto y otras en potencia. Luego en la naturaleza del alma intelectiva hay algo que es como la materia y está en potencia para todos los inteligibles, y se llama “entendimiento posible”; y hay algo que es como la causa eficiente, que todo lo actualiza, y se llama “entendimiento agente”. Luego ambos entendimientos están, según la demostración de Aristóteles, en la naturaleza del alma, y en cuanto al ser no son algo separado del cuerpo, cuyo acto es el alma.
Aristóteles dice que el entendimiento agente es “como un hábito, que es luz”. El hábito no significa una cosa con existencia independiente, sino que implica dependencia de alguien. Luego el entendimiento agente no es una substancia que existe separadamente, sino que es algo del alma humana.
No hay que entender la palabra de Aristóteles de tal manera que hábito signifique el efecto del entendimiento agente, en este sentido: El agente hace que el hombre entienda todo, lo que equivale a un hábito. “Porque la definición de hábito”, como dice el comentador Averroes en el mismo lugar, es ésta: “quien tiene el hábito entiende por él lo que en absoluto le pertenece y cuando quiere, sin que precise de algo extrínseco”. Luego expresamente compara el hábito, no al hecho tal, sino “al entendimiento que hace todo”.
Ni tampoco debe entenderse que el entendimiento agente sea un hábito en el sentido de hábito de la segunda especie de cualidades, por cuyo motivo dijeron algunos que el entendimiento agente es el “hábito de los principios”. Pues el hábito de los principios procede de las cosas sensibles, como lo prueba Aristóteles en el II de los “Posteriores”; y así debe ser efecto del entendimiento agente, cuya función es convertir los fantasmas de inteligibles en potencia en inteligibles en acto. Sino que toma la palabra hábito como opuesta a “privación” y “potencia”; así, toda forma y todo acto pueden llamarse hábito. Y éste es el verdadero sentido, porque dice que el entendimiento agente es hábito “a la manera que la luz es hábito”.
Después añade que “este entendimiento”, es decir, el agente, es “separado y sin mezcla, e impasible, y substancia que existe en acto”. De estas cuatro cosas que atribuye al entendimiento agente, las dos primeras las atribuyó también expresamente al entendimiento posible, o sea, que es “separado y sin mezcla”. Sin embargo, la tercera, a saber, que es “impasible”, la sometió a distinción; porque, en primer lugar, manifestó que no es pasible como el sentido, y después declaró que, tomando la pasividad en su acepción común, es pasible, puesto que está en potencia con respecto a los inteligibles. Pero le negó la cuarta en absoluto al entendimiento posible, diciendo que estaba “en potencia para los inteligibles y que ninguno de éstos está en acto antes de entender”. De este modo, pues, el entendimiento posible conviene con el agente en las dos primeras cosas; en la tercera, parcialmente; y con respecto a la cuarta, se diferencia totalmente el agente del posible. Y estas cuatro condiciones del agente las prueba con una sola razón, añadiendo: “porque siempre el agente es más noble que el paciente, y el principio”, es decir, “el activo, más que la materia”. Y antes había dicho que el entendimiento agente es como la causa eficiente, y el posible como la materia. Y por este medio prueba las dos primeras condiciones de esta manera: “El agente es más noble que el paciente y la materia. Si, pues, el posible, que es como paciente y materia, es separado y sin mezcla, como ya se probó (c. 62), mucho más lo será el agente”. Y las otras dos por este otro medio: “El agente es más noble que el paciente y la materia, porque es con respecto al posible lo que el agente y existente en acto es para el paciente y existente en potencia. El entendimiento posible es en cierto sentido paciente y ente en potencia. Luego el entendimiento agente es agente y no paciente, y ente en acto”. Luego se ve que ni con estas palabras de Aristóteles hay fundamento para afirmar que el entendimiento agente sea una substancia separada, sino que se llama “separado” en el mismo sentido que se dijo del posible, o sea, “porque no tiene órgano”. Y si dice que es “substancia actualmente existente”, esto no es obstáculo para que la substancia del alma esté en potencia, como ya se demostró (c. 77).
Añade después: “La ciencia en acto se identifica con la cosa sabida en acto”. Y dice el Comentador que aquí está la diferencia entre el entendimiento agente y el posible: porque en el entendimiento agente el inteligente y lo entendido son lo mismo, pero no así en el posible. Esto es, indudablemente, contra la intención de Aristóteles. Porque anteriormente, hablando del entendimiento posible, le aplicó estas mismas palabras: “El inteligible es lo mismo que los inteligibles, porque en las cosas inmateriales el entendimiento y lo entendido se identifican, y, por tanto, la ciencia especulativa y lo especulado son la misma cosa”. Pues quiere demostrar con claridad, partiendo de que el entendimiento posible, en cuanto es inteligente en acto, se identifica con lo entendido, que el entendimiento posible es entendido como los otros inteligibles. Y poco antes había dicho que el entendimiento posible “es en cierto sentido los inteligibles en potencia, pero en modo alguno está en acto antes de entender”. Con lo que da a entender expresamente que, cuando entiende en acto, se identifica con los inteligibles. Y no hay que admirarse de que diga esto del entendimiento posible, pues esto mismo dijo antes al hablar del sentido y de la especie sensible considerados en acto. Pues el sentido se actualiza por la especie sensible en acto, e igualmente el entendimiento posible se actualiza por la especie inteligible en acto; y por este motivo el entendimiento en acto llámase el inteligible en acto. Luego debemos decir que, después de lo establecido por Aristóteles sobre el entendimiento posible y el agente, se impone ahora establecer sobre el entendimiento en acto lo siguiente: que “la ciencia en acto se identifica con la cosa sabida en acto”.
Después dice: “Mas si, estando en potencia en un sujeto determinado, tiene prioridad temporal, sin embargo, tomado absolutamente, no tiene tal prioridad”. Y de esta distinción de potencia y acto se vale en muchos lugares, diciendo que el acto es por naturaleza anterior a la potencia; sin embargo, considerado temporalmente en un mismo sujeto que pasa de la potencia al acto, la potencia es anterior al acto; ahora, en sentido absoluto, la potencia no es temporalmente anterior al acto, porque ella no pasa a acto si no es por éste. Dice, pues, que “el entendimiento que está en potencia”, o sea, el posible, es “anterior temporalmente” al entendimiento en acto. “Y (digo) esto, tratándose del mismo sujeto. Pero no absolutamente”, o sea, universalmente tomado; porque el entendimiento posible es reducido en acto por el entendimiento agente, que es acto, como dijo, y nuevamente por otro entendimiento posible puesto en acto; por esto dijo en el III de los “Físicos” que cualquier individuo, antes de aprender, precisa de un maestro para pasar de la potencia al acto. Por lo tanto, con estas palabras demuestra la relación del entendimiento posible, cuando está en potencia, al entendimiento en acto.
Después dice: “Pero, en realidad, unas veces entiende y otras no”. Coa esto manifiesta la diferencia entre el entendimiento en acto y el posible. Porque antes dijo que el entendimiento posible no entiende siempre, pues unas veces no entiende, cuando está en potencia para los inteligibles, y otras entiende, cuando se identifica con los inteligibles en acto. El entendimiento está en acto cuando es una misma cosa con los inteligibles, come ya se dijo. Luego no le compete entender unas veces y otras no.
Después añade: “Y solamente separado el que en realidad lo es”. Esto no se refiere exclusivamente al agente, pues no sólo él es separado, ya que lo mismo dijo del entendimiento posible; ni tampoco puede referirse solamente al posible, pues otro tanto dijo del agente. Luego, en conclusión, se refiere al que comprende los dos, es decir, al entendimiento en acto, del cual hablaba, porque en nuestra alma sólo está separado lo que prescinde de órgano, y es el entendimiento en acto, o sea, aquella parte del alma mediante la cual entendemos en acto, y que comprende el posible y el agente. Y por eso añade que “del alma solamente esto es lo inmortal y perpetuo”: como independiente del cuerpo, porque está separado del mismo.
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