CAPÍTULO LXXIV
Sobre la opinión de Avicena, que dijo que las formas inteligibles no se conservan en el entendimiento posible
A estas razones anteriores parece oponerse el parecer de Avicena. Pues dice en su libro “Sobre el alma” que las especies inteligibles solamente permanecen en el entendimiento posible mientras son actualmente entendidas.
Y, en realidad, se empeña en probarlo valiéndose del hecho de que las formas aprehendidas, mientras permanecen en la potencia aprehensiva, son actualmente aprehendidas. Así, “el sentido está en acto porque se identifica con el sensato en acto”, y de igual modo, “el entendimiento está en acto cuando lo está lo entendido”. Luego, al parecer, cuantas veces el sentido o el entendimiento se unifica con lo sentido o lo entendido, al recibir su forma, realizase la aprehensión en acto por el sentido o por el entendimiento. -Dice, además, que las potencias que conserven las formas no aprehendidas en acto no son potencias aprehensivas, sino “tesoros de virtudes aprehensivas”, como, por ejemplo, la imaginación, que es el tesoro de las formas aprehendidas por el sentido; y la memoria, que, según él, es el tesoro de las formas intencionales aprehendidas sin valerse del sentido: tal como la oveja aprehende la enemistad del lobo. Y esto se da en estas potencias que conservan las formas no aprehendidas actualmente, porque tienen algunos órganos corpóreos en los que se reciben las formas en disposición a su inmediata aprehensión. Y así, la potencia aprehensiva, poniéndose en relación con estos tesoros, aprehende actualmente. Pero, como consta que el entendimiento posible es una potencia aprehensiva y que no tiene órgano corpóreo, por eso concluye que es imposible que las especies inteligibles se conserven en el entendimiento posible, si no es mientras entiende actualmente. Luego o es necesario que las especies inteligibles se conserven en algún órgano corpóreo o, tal vez, en alguna potencia que tenga órgano corpóreo; o es necesario que las especies inteligibles sean por sí existentes, siendo nuestro entendimiento posible con respecto a ellas lo que el espejo es a las cosas que se ven en él; o, en último término, será necesario que las especies inteligibles aparezcan en el entendimiento posible nuevamente, cuantas veces entiende en acto, por la acción de un agente separado. -La primera de estas tres suposiciones es imposible, porque las formas existentes en potencias que se valen de órganos corpóreos son solamente inteligibles en potencia. La segunda suposición es la propia opinión de Platón, que Aristóteles refuta en los “Metafísicos”. Por eso, concluye aceptando la tercera suposición: que siempre que entendemos en acto, aparecen las especies inteligibles en nuestro entendimiento posible por obra del entendimiento agente, que, según él, es cierta substancia separada.
Mas si alguien objetara que, de ser así, no habría diferencia para el hombre entre el acto previo de aprender y el siguiente de considerar voluntariamente lo que ya aprendió, contesta diciendo que aprender no es más que “adquirir un hábito perfecto de unirse al entendimiento agente para recibir de él la forma inteligible”. Y, por tanto, antes de aprender sólo hay en el hombre una potencia, desnuda, para tal recepción; porque aprender equivale a “adaptar la potencia”.
Y parece que esta opinión concuerda con lo que Aristóteles declara en el libro “Sobre la memoria”, al decir que la memoria no está en la parte intelectiva del alma, sino en la sensitiva. Esto parece demostrar que la conservación de las especies inteligibles no pertenece a la parte intelectiva.
Pero, considerando diligentemente las cosas, esta opinión, en cuanto a su origen, poco o nada se diferencia de la opinión de Platón. Porque Platón dijo que las formas inteligibles eran unas substancias separadas de las que nuestras almas recibían la ciencia. Y éste dice que de una substancia separada, que, según él, es el entendimiento agente, reciben nuestras almas la ciencia. No hay, pues, diferencia en cuanto al modo de adquirir la ciencia, si ésta es causada en nuestras almas por una o por varias substancias separadas; porque de ambas cosas se deduce que nuestra ciencia no procede de las cosas sensibles. Sin embargo, contrariamente a esto, vemos que quien carece de un determinado sentido carece de los conocimientos sensibles que por él se conocen.
Decir, además, que el entendimiento posible, porque ve las cosas singulares que están en la imaginación, es ilustrado con la luz del entendimiento agente para conocer lo universal, y que las acciones de las potencias inferiores, o sea, de la imaginación, del recuerdo y de la cogitativa, disponen al alma para recibir la emanación del entendimiento agente, es cosa peregrina. Pues vemos que nuestra alma tanto más dispuesta está para recibir de parte de las substancias separadas cuanto más apartada se halla de las cosas corporales y sensibles, porque por el alejamiento de lo que está abajo se llega a lo que está arriba. Luego no es verosímil que el alma se disponga para recibir la influencia de la inteligencia separada precisamente por mirar los fantasmas corporales.
Platón, sin embargo, halló mejor manera de enraizar su opinión. Pues dijo que las cosas sensibles no disponen al alma para recibir la influencia de las formas separadas, sino que son como despertadores del entendimiento para que éste considere las cosas cuyo conocimiento adquirió por un agente externo. Porque suponía que, en un principio, la ciencia de todo lo cognoscible causábanla en nuestras almas las formas separadas; por eso dijo que aprender es una especie de recuerdo. Cosa necesaria, en conformidad con su sistema. Pues, como las substancias separadas sean inmóviles y siempre conserven su modo de ser, por ellas resplandecerá siempre la ciencia de las cosas en nuestra alma, que está capacitada para ello. Lo que es recibido en otro se ajusta a su modo de recibir. El ser del entendimiento posible es más estable que el de la materia corporal. Luego si las formas, que nacen de la materia corporal por la virtud del entendimiento agente, se conservan en ella, según Platón, mucho más se conservaran en el encendimiento posible.
El conocimiento intelectual es más perfecto que el sensitivo. Luego, si en el conocimiento sensitivo hay algo que conserva lo aprehendido, con mayor razón lo habrá en el conocimiento intelectual.
Vemos que las distintas cosas que, en el orden inferior de potencias, pertenecen a distintas potencias, en el orden superior pertenecen a una sola; así, el sentido común aprehende los sensatos de todos los otros sentidos particulares. Luego el aprehender y el conservar, que en el ámbito del alma sensitiva pertenecen a diversas potencias, se deberán unir en la potencia suprema, es decir, en el entendimiento.
El entendimiento agente, según él, comprende todas las ciencias. Luego, si aprender no es otra cosa que disponerse a la unión con el entendimiento agente, quien aprende una ciencia no aprende más ésa que otra. Lo que es falso evidentemente.
Es evidente también que esta opinión es contra el sentir de Aristóteles, que dice, en el III “Sobre el alma”, que el entendimiento posible es el “lugar de las especies”, que equivale a decir que es “el tesoro de las especies inteligibles”, para usar las propias palabras de Avicena.
Después añade que, cuando el entendimiento posible adquiere la ciencia, “es capaz de obrar por sí mismo”, aunque no entienda en acto. Por tanto, no precisa de la influencia de un agente superior.
Dice también, en el VIII de los “Físicos”, que el hombre antes de aprender se halla en potencia esencial para la ciencia y, en consecuencia, tiene necesidad cae un motor que le reduzca al acto; sin embargo, después de aprender no precisa ya esencialmente del motor. Luego no tiene necesidad de la influencia del entendimiento agente.
Dice también, en el III “Sobre el alma”, que “los fantasmas son para el entendimiento posible lo que las imágenes sensibles son para el sentido”. Esto evidencia que las especies inteligibles están en el entendimiento posible por los fantasmas y no en virtud de la substancia separada.
Además, no es difícil solucionar las razones que parecen probar lo contrario. Pues el entendimiento posible está en acto perfecto, en virtud de las especies inteligibles, cuando actualmente considera; mas cuando no considera actualmente, no está en acto perfecto en virtud de dichas especies, sino en un estado intermedio entre la potencia y el acto. Y esto es lo que dice Aristóteles en el III “Sobre el alma”, que “cuando ésta parte”, o sea, el entendimiento posible, “hácese cuanto conoce, dícese esciente en acto. Y esto sucede cuando puede obrar por sí mismo. Y entonces se halla realmente en un estado semejante al de la potencia, aunque no igual al estado que tiene antes de aprender o investigar”.
Colócase, sin embargo, la memoria en la parte sensitiva, porque se refiere a cosas sujetas a un tiempo determinado, pues se ocupa exclusivamente de lo pretérito. Y, por tanto, como no puede prescindir de las condiciones singulares, no pertenece a la parte intelectiva, cuyo objeto es lo universal. Pero esto no impide que el entendimiento posible sea el conservador de las especies inteligibles, que prescinden de todas las condiciones particulares.
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