CAPÍTULO LXXIV: El objeto principal de la voluntad de Dios es la esencia divina

CAPÍTULO LXXIV

El objeto principal de la voluntad de Dios es la esencia divina

Una nueva consecuencia de esta doctrina es que el objeto principal de la voluntad de Dios es su propia esencia. En efecto:

El objeto de la voluntad, como ya se ha dicho (c. 72), es el bien entendido. Si, pues, como hemos probado (c. 48), lo que Dios conoce como objeto principal es su esencia divina, ésta será también lo que quiere como objeto principal la voluntad de Dios.

Lo apetecible es al apetito como el motor a lo movido, según se ha dicho (c. 44). Y lo mismo ocurre entre lo querido y la voluntad, ya que la voluntad pertenece al género de potencia apetitiva. Si, pues, la voluntad divina, tiene por objeto principal algo distinto de su misma esencia, tendríamos que esta cosa que mueve a la voluntad divina sería superior a ella. Pero es manifiesto, por lo dicho (c. 73), todo lo contrario.

El objeto principal querido es para el ser que quiere causa de su querer. Cuando decimos, por ejemplo, “quiero pasear para recobrar la salud”, intentamos señalar una causa; y si se inquiere: “Por qué quieres sanarte”, se procede a una, asignación de causas hasta que llegamos al fin último, que es el objeto principal querido y causa por sí mismo de la volición. Si, pues, Dios quiere como objeto principal algo distinto de sí mismo, existiría una causa de su ser, lo cual es contra la, esencia del primer ser.

El fin último de todo ser que quiere es su objeto principal, pues el fin es querido por sí mismo, y lo demás es querido por él. Ahora bien, Dios mismo es el último fin, porque es el mismo bien (c. 41). Por lo tanto, El mismo es el objeto principal de su voluntad.

Toda potencia tiene con su objeto principal una proporción de igualdad, pues, según el Filósofo en el libro I “Del cielo y del mundo”, la potencialidad de una cosa se mide por su objeto. Por lo tanto, entre la, voluntad y su objeto principal existe una proporción de igualdad, y lo mismo entre el entendimiento y los sentidos y sus respectivos objetos. Ahora bien, nada hay que tenga con la voluntad divina esta proporción de igualdad, sino sólo su esencia. Luego el objeto principal de la voluntad divina es su propia esencia.

Mas como la esencia divina es el entender divino y todo cuanto en Él hay, es evidente, en conclusión, que quiera de la misma manera, como objeto principal, entenderse, amarse, ser uno, etc.

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