CAPÍTULO LX
De la confirmación
La perfección de la fortaleza espiritual consiste propiamente en que el hombre se atreva a confesar la fe de Cristo ante cualquiera y no decline esta actitud por ninguna confusión o terror, pues la fortaleza rechaza el temor desordenado. Luego el sacramento que confiere la fortaleza espiritual al regenerado le convierte de algún modo en defensor de la fe de Cristo. Y como los que luchan a las órdenes de un príncipe llevan su insignia, quienes reciben este sacramento de la confirmación son marcados con el sello de Cristo, es decir, con el signo de la cruz, con el que luchó y venció. Y reciben este signo en la frente, como prueba de que no se avergüenzan de confesar públicamente la fe de Cristo.
Y esta señal se hace con una mezcla de aceite y de bálsamo, que se llama justificadamente crisma. Porque por el aceite se designa la virtud del Espíritu Santo, por el cual Cristo se llama también el “Ungido”, para que así por Cristo se llamen “cristianos”, como militando a sus órdenes. Más en el bálsamo, por su fragancia, se indica la buena fama, que es necesario tengan quienes alternan con los del mundo, para confesar públicamente la fe de Cristo, como lanzados al campo de batalla desde los senos recónditos de la Iglesia.
Convenientemente también, este sacramento sólo es conferido por los pontífices, que son en cierto sentido los conductores del ejército cristiano, pues también en la milicia secular pertenece al jefe la elección de algunos para agregarlos al ejército; y así, quienes reciben este sacramento se consideran en cierto modo como adscritos a la milicia espiritual. Por eso también se les imponen las manos, para significar la transmisión del poder de Cristo.
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Comments 1
quisiera saber cual es la fuente de este capítulo, ¿de que libro de santo Tomás es sacado? por favor.