CAPÍTULO LIX
El entendimiento posible del hombre no es una substancia separada
Hubo, además, otros que se valieron de otra invención para sostener que la substancia intelectual no puede unirse al cuerpo como forma. Pues decían que el entendimiento, incluso el llamado “posible” por Aristóteles, es cierta substancia separada, que no se une a nosotros como forma.
Y se empeñaron en probarlo, primero, con las palabras de Aristóteles, quien, hablando de este entendimiento, dice que es “separado y no mezclado con el cuerpo, simple e impasible”; cosas estas que no se le podrían atribuir si fuera la forma del cuerpo.
Además, por su misma demostración, con la que prueba que, como el entendimiento posible recibe todas las especies de las cosas sensibles, pues es una potencia que para esto existe, es necesario que carezca de todas. Así como la pupila, que recibe todas las especies de colores, carece de todo color; pues, si tuviese de sí algún color, tal color le impediría ver los otros colores, ya que nada se vería sino bajo ese color. Lo mismo sucedería con el entendimiento posible si de sí tuviese alguna forma o naturaleza de las cosas sensibles. Y esto debería ser si estuviese unido a algún cuerpo, y del mismo modo si fuese la forma de algún cuerpo; porque, como de la materia y la forma se hace una cosa, es necesario que la forma participe de algún modo de la naturaleza de aquello que informa. Luego es imposible que el entendimiento posible esté unido al cuerpo o sea acto o forma de algún cuerpo.
Si fuera forma de un cuerpo material, tanto la recepción de este entendimiento como la de la materia prima tendrían que ser del mismo género. Porque lo que es forma de un cuerpo nada recibe sin su materia. Es así que la materia prima recibe las formas individuales, pues se individualizan por el hecho de estar en la materia. Luego el entendimiento posible recibiría las formas individualizadas. Y así no conocería los universales. Lo que es evidentemente falso.
La materia prima no tiene capacidad para conocer las formas que recibe. Luego si la recepción del entendimiento posible y la de la materia prima fuesen idénticas, tampoco el entendimiento posible conocería las formas recibidas. Lo que es falso.
Es imposible que en el cuerpo haya una potencia infinita, como lo prueba Aristóteles en el VIII de los “Físicos”. El entendimiento posible es, en cierto sentido, una potencia infinita, pues por él juzgamos las cosas infinitas en número, en cuanto por él conocemos los universales, en los que están comprendidos infinitos particulares en potencia. Luego no es el entendimiento posible una potencia corporal.
Estas razones indujeron a Averroes y algunos antiguos, como él mismo dice, a suponer que el entendimiento posible, por el que el alma entiende, existe separado del cuerpo y no es la forma del cuerpo.
(Contestación del Santo.) Pero como tal entendimiento en modo alguno nos pertenecería, ni por él entenderíamos si no estuviese unido a nosotros de alguna manera, explica también de qué modo se une a nosotros, al decir que la forma del entendimiento posible es la especie entendida en acto, lo mismo que lo visible en acto es la forma de la potencia visiva. Y así, con el entendimiento posible y la forma entendida en acto hácese una sola cosa. Pues a lo que se une dicha forma entendida únese también el entendimiento posible. Es así que se une a nosotros mediante el fantasma 1, que es como el sujeto de esa forma entendida; luego de esta manera el entendimiento posible se une a nosotros.
Sin embargo, es fácil comprender cuán frívolas e imposibles son estas razones. Quien tiene entendimiento es inteligente. Es así que entendemos aquello cuya especie inteligible únese al entendimiento. Luego, porque en el hombre esté la especie inteligible unida de algún modo al entendimiento, no se sigue que el hombre sea inteligente, sino que sea entendido por el entendimiento separado.
Así como la especie visible en acto es la forma de la potencia visiva o del ojo, así también la especie entendida en acto es la forma del entendimiento posible. Y la especie entendida se compara al fantasma como la especie visible en acto al objeto colorado que está fuera del alma; de este mismo ejemplo se valen Averroes y Aristóteles. Luego de igual modo se une el entendimiento posible por la forma inteligible al fantasma, que en nosotros está como la potencia visiva únese al color que está en la piedra. Sin embargo, semejante unión no hace que la piedra vea, sino que sea vista. Luego dicho modo de unión del entendimiento posible a nosotros no nos hace entender, sino sólo ser entendidos. Mas, como es evidente que propia y verdaderamente se dice que el hombre entiende, pues no investigaríamos sobre la naturaleza del entendimiento si no fuéramos inteligentes; luego no es suficiente semejante unión.
Todo cognoscente únese al objeto por su potencia cognoscitiva, y no viceversa; como todo el que obra únese a lo que realiza mediante su potencia operativa. Mas el hombre es inteligente por el entendimiento como por su potencia cognoscitiva. Luego no se une al entendimiento por la forma inteligible, sino, mejor, a lo inteligible por el entendimiento.
Aquello por lo que una cosa obra es preciso que sea su forma, pues nada actúa sino en cuanto está en acto, y nada está en acto sino por aquello que es su forma; de ahí que Aristóteles prueba que el alma es la forma, porque por ella vive y siente el animal. Es así que el hombre entiende por sólo el entendimiento; de donde Aristóteles, tratando del principio por el cual entendemos, dedujo la naturaleza del entendimiento posible; luego conviene que el entendimiento posible se una a nosotros como forma y no sólo mediante su objeto.
“El entendimiento en acto y lo inteligible en acto son una sola cosa, como el sentido en acto y lo sensible en acto”. Pero no así el entendimiento en potencia y lo inteligible en potencia, como tampoco el sentido en potencia y lo sensible en potencia. Luego la especie de una cosa, mientras está en los fantasmas, no es inteligible actualmente; y así no es con el entendimiento en acto una sola cosa; lo es, no obstante, cuando es abstraída de los fantasmas; como tampoco la especie del color es sentida en acto tal como está en la piedra sino cuando está en la pupila. Y así, solamente únese a nosotros la especie inteligible mientras está en los fantasmas, según la citada opinión. Luego no se une a nosotros en cuanto que es una sola cosa con el entendimiento posible, como su forma. Luego no puede ser el medio por el cual el entendimiento posible se una a nosotros, pues según llega al entendimiento posible no llega a nosotros, ni tampoco lo contrario.
Es evidente que quien mantuvo esta opinión fue decepcionado por un error. Los colores existentes fuera del alma, habiendo luz, son visibles en acto, como capaces para mover la vista; sin embargo, no son sentidos en acto, como si con el sentido en acto fueran una sola cosa. Del mismo modo, los fantasmas, por la luz del entendimiento agente, se hacen actualmente inteligibles para que puedan mover al entendimiento posible, y no para que sean entendidos en acto, en cuanto son una sola cosa con el entendimiento puesto en acto.
Donde se halla una operación vital más alta, allí hay también una especie más alta de vida, que corresponde a esa acción. En las plantas sólo se encuentra la acción que pertenece a la nutrición. En los animales, sin embargo, se halla una acción superior, es decir, el sentir y el cambiar de lugar; de donde el animal vive una especie superior de vida. Y también en el hombre se halla una operación vital más alta que en el animal, o sea, el entender. Luego el hombre tendrá una especie superior de vida. Y la vida es por el alma. Luego el hombre tendrá un alma superior, por la cual vive, que es el alma sensitiva. Y como no hay otra más alta que el entendimiento, el entendimiento, pues, es el alma del hombre, Y, por consiguiente, su forma.
Lo que sigue a la operación de una cosa a nada puede comunicar la especie, porque la operación es acto segundo; sin embargo, la forma, por la que uno recibe la especie, es acto primero. Es así que la unión del entendimiento posible al hombre, según la opinión ya expuesta, sigue a la operación del hombre, pues se realiza mediante la fantasía, la cual, según el Filósofo, es “un movimiento producido por el sentido al actuar”. Luego de esta unión el hombre no recibe la especie. Luego el hombre no se diferencia específicamente de los animales brutos por la razón de tener entendimiento.
Si el hombre consigue la especie en cuanto es racional y tiene entendimiento, quien está en la especie humana es racional y tiene entendimiento. Es así que el niño, antes de salir del útero, está ya en la especie humana, y, sin embargo, no hay en él fantasmas que sean actualmente inteligibles. Luego si el hombre tiene entendimiento, no es porque éste se le una mediante la especie inteligible cuyo sujeto es el fantasma.
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