CAPÍTULO L: Las substancias intelectuales son inmateriales

CAPÍTULO L

Las substancias intelectuales son inmateriales

Por esto, pues, se manifiesta que las substancias intelectuales son inmateriales.

Todo compuesto de materia y forma es cuerpo, pues la materia no reviste diversas formas sino en razón de sus diversas partes. Ya que tal diversidad de partes no podría hallarse en la materia si ésta no fuera divisible en virtud de las dimensiones que le son inherentes, porque, suprimida la cantidad, la substancia resta indivisible. Si, pues, como queda demostrado (c. prec.), ninguna substancia inteligente es cuerpo, ninguna, en consecuencia, estará compuesta de materia y forma.

Así como el “hombre” no existe sin “tal hombre”, tampoco la “materia” sin “tal materia”. Luego todo ser subsistente, compuesto de materia y forma, está integrado por una materia y una forma individualizadas. Sin embargo, el entendimiento no puede estar compuesto de materia y forma individualizadas, porque las especies de las cosas cognoscibles en tanto se hacen actualmente inteligibles en cuanto son abstraídas de la materia individualizada, y, una vez son actualmente inteligibles, hácense una sola cosa con el entendimiento. Luego el entendimiento debe independizarse de la materia individual. En consecuencia, la substancia intelectual no está compuesta de materia y forma.

La acción de un compuesto de materia y forma no es sólo de la forma ni sólo de la materia, sino del compuesto. Pero, como la acción se atribuye al ser, y el ser del compuesto es por la forma, luego por ella obra. Si, pues, la substancia intelectual estuviese compuesta de materia y forma, el entender se atribuiría al compuesto.

Por otra parte, el acto termina en algo semejante al agente; por eso un compuesto generador no engendra una forma, sino otro compuesto. Por consiguiente, si el entender fuera acción del compuesto, éste entendería no la forma ni la materia, sino sólo el compuesto. Tal falsedad es evidente. Luego la substancia intelectual no está compuesta de materia y forma.

Las formas de las cosas sensibles tienen en la inteligencia un modo más perfecto de existir que en las mismas cosas sensibles, pues son más simples y se aplican a mayor número de seres; así, la inteligencia, mediante la sola forma “del hombre”, conoce todos los hombres. Ahora bien, la forma que existe en la materia de un modo perfecto hace al ser actualmente tal, por ejemplo, fuego o colorado; si, por el contrario, no le da tal determinación, es por hallarse de modo imperfecto, como está la forma del calor en el aire transmisor y la potencia del primer agente en su instrumento. Si, pues, el entendimiento estuviese compuesto de materia y forma, las formas de las cosas cognoscibles harían que el entendimiento tuviese actualmente la misma naturaleza que aquello que conoce. De esto deriva el error de Empédocles, quien decía que el alma conoce el fuego mediante el fuego y la tierra mediante la tierra, y así todo lo demás. Como tal inconveniente es manifiesto, síguese, pues, que la substancia inteligente no está compuesta de materia y forma.

Todo lo que está en otro se ajusta a su modo de ser. Por lo tanto, si el entendimiento está compuesto de materia y forma, las formas de las cosas se hallarán en él materialmente, tal cual se encuentran fuera del alma. Y como fuera del alma no son actualmente inteligibles, tampoco lo serán estando en el entendimiento.

Las formas de los contrarios, según el ser que tienen en la materia, son contrarias; por eso se repelen mutuamente. Mas tal como existen en el entendimiento no son contrarias, pues un contrario es la razón inteligible del otro, ya que uno se conoce por el otro. No existen, pues, materialmente en el entendimiento. Luego el entendimiento no está compuesto de materia y forma.

La materia no recibe forma alguna si no es por movimiento o mutación. Es así que el entendimiento no se mueve por el hecho de recibir formas, antes bien, en reposo más se perfecciona y mejor entiende, puesto que el movimiento dificúltale para entender. Luego las formas no se reciben en el entendimiento como en la materia o en cosa material. Lo cual demuestra que las substancias inteligentes son inmateriales y, a la vez, incorpóreas.

De ahí que Dionisio dice: “Por irradiación de la bondad divina subsistieron todas las substancias intelectuales, las cuales se conciben como incorpóreas e inmateriales”.

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